resmal 2018 de la Arquidiócesis de San Juan se celebró del 13 al 16 de marzo en la parroquia María Auxiliadora de Cantera, bajo el lema Somos Iglesia Misionera llamada a predicar la Palabra de Dios. El predicador de este año fue Mons. Víctor Masalles, Obispo de la Diócesis de Baní, República Dominicana.

El día de clausura inició con la participación del ministerio de danza Hossana de la parroquia San Felipe Apóstol. Luego de la animación por parte de Padre Milton Rivera y Madeline Gómez y los aportes musicales del grupo Vitral que animó la noche, inició la Santa Misa presidida por Mons. Masalles y concelebrada por el Arzobispo Metropolitano de San Juan, Mons. Roberto O. González, OFM.

En su homilía, el Prelado dominicano relató su impresionante testimonio de haber estado al borde de la muerte en su juventud a causa de hemofilia, una enfermedad incurable. Con una deficiencia mayor del factor 8 en la sangre su situación era de estado de gravedad. Esto lo llevó al hospital en varias ocasiones. “Y allí descubrí al Dios providente, pero faltaba más”, sostuvo ante una audiencia completamente atenta.

“Hasta en las situaciones dolorosas, Dios quiere declararnos su amor. Detrás de una situación dolorosa está Dios que nos dice: ‘Yo te amo, yo te cuido y yo soy tu Padre’. Así Dios se lo quiere decir a Puerto Rico y a todos los puertorriqueños”, expresó.

Relató que ya siendo seminarista un sacerdote que no conocía le pidió orar por él en silencio y le impuso una mano. Durante los siguientes días comenzaron a desaparecer los dolores usuales. Cuando fue a sus exámenes rutinarios, los médicos no sabían cómo explicar la situación, pero estaba sanado. El director médico, estudioso de la hemofilia, le pidió regresar al hospital por los siguientes 3 años y medio para hacerle la prueba arrojando el mismo resultado. En su mensaje, el Prelado relató varias historias donde se demostró el poder de la oración centrada en la voluntad de Dios.

Luego del pan y el vino, también se ofrendó la bandera de Puerto Rico. Mons. Massalles la tomó, la besó y fue colocada a los pies de la imagen de la Virgen María justo al lado de la Cruz de la Misión.

Un momento especial fue la oración de sanación liderada por el Obispo dominicano. Luego de varios minutos de silencio y oración profunda, el Prelado rememoró la acción del Espíritu y muchos dieron fe de esa acción sanadora en la asamblea presente.

Antes de finalizar la Eucaristía, Mons. Roberto realizó el envío misionero de la asamblea. Finalmente, la imagen de María salió del altar hasta la puerta principal del templo arropando con su manto a los fieles presentes.

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