Objetivo: continuar nuestra reflexión sobre las personas concretas, siempre desde el fondo de la vida plena y digna, también para la naturaleza

  1. Las mujeres
  • Bíblicamente, a partir del Génesis para la afirmación, sin fisuras, de la igualdad entre el varón y la mujer. Lo mismo de la actitud de Jesús con la mujer, en el contexto de machismo de su época. Y la figura de María como referencia fundamental.
  • La realidad, sin embargo, nos pone frente a la falta de consideración de la dignidad de la mujer, de su participación en la vida socio-política y en la Iglesia, a causa de una mentalidad machista que hay que superar. Es preciso escuchar el clamor de muchas mujeres (mujeres pobres, indígenas, afroamericanas…), sometidas a la exclusión y a la violencia. Hay que urgir estructuras de inclusión de la mujer en todos los órdenes de la vida (sociedad, cultura, trabajo…). Necesitamos estimular su participación en todos los órdenes de la vida: participación familiar, cultura, social, económica… creando estructuras que favorezcan la inclusión.
  • Eclesialmente, hay que estimular su participación en la vida de la Iglesia, desde el hecho de que son mayoría en nuestras comunidades, impulsando su incorporación a los ministerios laicales, y en la planificación y decisiones pastorales.
  • Hay que valorar su maternidad y reconocer que la mujer es insustituible en el hogar, en la educación de los hijos y en la transmisión de la fe. Pero siempre con una condición: que la vida en el hogar no le impida su participación en la construcción de la sociedad. Asumir el protagonismo de las mujeres, apoyar las justas reivindicaciones de las asociaciones de mujeres y demandar políticas que faciliten la alternancia de vida laboral y vida familiar.

 

  1. El varón, padre de familia
  • La atención a los varones no es simplemente por completar la que se ha propuesto a las mujeres. Es que lo necesitan: para que cumplan la tarea que les corresponde en la sociedad, la cultura y la historia y en la formación de una familia.
  • Porque en un número considerable de ellos “se abre paso la tentación de ceder a la violencia, a la infidelidad, al abuso de poder, a la drogadicción, al alcoholismo, al machismo, a la corrupción y abandono de su papel de padre”.
  • Porque, otros muchos se sienten agobiados familiar, laboral, y socialmente, cuando son considerados como meros instrumentos de aportación de cosas materiales para el hogar y les faltan espacios para compartir otros niveles de su vida.
  • Eclesialmente, se deberían sentir enviados por la Iglesia a dar el testimonio del discípulo misionero, pero es frecuente que renuncien a esta responsabilidad y la “deleguen” en la mujer. Piensan que las cosas de Dios y de la Iglesia no son para ellos. Por eso, un porcentaje muy significativo se ha mantenido al margen de la Iglesia y se ha alejado de Jesucristo.
  • El hecho de que tantos varones se cuenten entre “los alejados” debe cuestionar nuestro estilo tradicional de hacer pastoral. Con su “ausencia” se debilita la globalidad del testimonio de fe y la influencia en la transformación de la sociedad.
  • Nuestra pastoral tiene que despertar en este campo: necesidad de promoción de valores familiares y sociales, cómo conseguir la participación de los varones en la vida de la Iglesia y de que den testimonio en la sociedad, que sean activos en la transmisión de la fe a sus hijos. Es preciso revisar las catequesis presacramentales y los movimientos de pastoral familiar.

La vida

  1. La vida del ser humano
  • Es un regalo de Dios, que debemos cuidar desde su concepción hasta su muerte natural, sin rodeos. Necesitamos estar presentes, en la defensa de la vida, en el diálogo entre la fe y la ciencia. Existe una ética de la vida (bioética) que no podemos silenciar.

 

  1. Los retos principales
  • Los nacidos y los ancianos (aborto y eutanasia son crímenes abominables).
  • La manipulación genética y de los embriones.
  • Ensayos médicos contrarios a la ética.
  • La pena capital.
  • La lucha por la vida comienza ya en la familia frente a un mundo de contradicciones: anhelos de vida y fraternidad, pero: lucro y eficacia, insensibilidad ante el sufrimiento, mortalidad infantil, violencias de todo tipo y contra todos.
  • Necesitamos un “rearme ético y pastoral” frente a la vida, en todos los niveles.

 

  1. La vida de la naturaleza
  • La naturaleza no nos es ajena, tenemos una comunión con ella y la debemos tratar con cuidado y delicadeza. La creación es un don gratuito que hay que proteger. El maltrato de la naturaleza afecta especialmente a los campesinos. Tenemos que aprender de los indígenas su amor por la “Madre Tierra”.
  • El desmedido afán de lucro en los poderosos está arruinado la riqueza de nuestras tierras. Pastoralmente no podemos quedar al margen de esta depredación que contradice nuestra fe en la creación. Debemos pedir un desarrollo alternativo, integral y solidario, con responsabilidad ética frente a la ecología natural y humana, haciendo prevalecer el bien común sobre los intereses individualistas y utilitarias, y apoyar a los campesinos en sus justas reivindicaciones.

 

Reflexionamos:

  1. ¿Cómo vemos que se trata a la mujer entre nosotros? Podríamos escucharlas principalmente a ellas, para que nos digan muy sinceramente cómo se sienten en la vida.
  2. ¿Existe aún un machismo un talante generalizado entre los varones? ¿Qué manifestaciones tiene? ¿Cómo reaccionan las mujeres frente al machismo?
  3. Importancia de los padres en la transmisión de la fe. ¿La ejercen?
  4. ¿Cómo andamos en conciencia ecológica?

 

(Vicaría de Comunicaciones) 

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