Cada día es una nueva aventura para Nellyber A. Correa Rivera quien al llegar al colegio se dirige al salón de educación especial de séptimo grado mientras se pregunta qué pasará. “¿Cómo me los gano, qué estrategias puedo utilizar para que entiendan el concepto. Todos los días pasa algo nuevo”, expresó la maestra de 27 años que describió su profesión como una de servicio y solidaridad.

Relacionarse con una persona discapacitada, hallar desafíos durante su etapa de aprendizaje y recibir un trato inadecuado por parte de sus educadores, sembró en ella el deseo de estudiar esta profesión para, desde su salón, marcar una diferencia en el sistema educativo.
Criada dentro de los valores de la Iglesia católica, Nellyber aseguró que “no fue hasta los 17 años que realmente Dios toca a mi puerta y dice: ‘responde’”. Justo antes de partir a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud inició un proceso de conversión y hace 4 años “estoy un poco más enfocada en vivir mi fe a plenitud”.

Esta feligrés de la Parroquia Santa Catalina de Siena es la Coordinadora de la Vicaría de Bayamón de la Pastoral Juvenil. También pertenece a un ministerio musical y al Consejo Arquidiocesano de la Pastoral Juvenil.

De otra parte, explicó que durante los pasados 5 años en los que ha trabajado con estudiantes con autismo, impedimento intelectual y del desarrollo leve, impedimentos múltiples, entre otros, ha aprendido que está en un camino donde la perseverancia es la clave.

La joven aseguró que: “Lo más bonito de ser maestra de educación especial es que tienes la capacidad de poder servir y mirar a través de los ojos de Cristo a unas personas que la sociedad misma margina y echa a un lado”. Según dijo, este tipo de maestro cuenta con una ventaja que los demás educadores no tienen, ya “que vive el proceso y cada paso en ese proceso es significativo”.

“Es como un coach. En este ‘tú puedes hacerlo’ y saber que si no, se busca la forma de que esa destreza no sea motivo de frustración. Se buscan otras estrategias para que (el estudiante) pueda lograr la meta”, compartió.

Asimismo, hizo un llamado a mirar a la población con impedimentos en general como personas dignas y a imitar la forma en que Cristo los miraría. Por ejemplo, respecto a las personas con impedimento cognitivo o intelectual solicitó que “no los veamos como un juguete que nos va a entretener porque físicamente es un adulto pero suscomentarios son de niño”.

Por último, exhortó a que “los sordos necesitan escuchar de Cristo pero no de la misma forma que tú y yo lo escuchamos a diario, sino que se necesitan personas que sean ese enlace entre el lenguaje oral y el lenguaje de señas”.

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