Recientemente, el Papa Francisco nos ha dicho: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”, (Encíclica Alabado Seas, 13). Es decir, “Proteger nuestra casa común”, buscando “un desarrollo sostenible e integral”. La pregunta que hoy nos hacemos es, ¿por qué no entendemos? Seguir impulsando políticas desarrollistas que excluyen a las comunidades y planificar en cuartos oscuros desarrollos y propuestas que repercuten en la vida y dinámica social de los residentes de Ceiba y de Naguabo, no es la mejor forma para superar la crisis económica y social que vive este Pueblo.
Estamos muy conscientes de que necesitamos crear trabajo para superar el desempleo y que hay que impulsar la economía, pero esto requiere sensibilidad y respeto por la vida de las personas y de los pueblos. El callarlos, el no contar con ellos, es excluirlos y descartarlos. Basta de una “economía de descarte”, nos dice el Papa Francisco. Una economía de descarte que ha llevado al País a la peor crisis en los últimos cincuenta años. Es tiempo de reflexión y de análisis serio, responsable, para buscar el bien común y no solo el bien de unos pocos. Es tiempo de solidaridad y de participación en los procesos de desarrollo para evitar el egoísmo que nos hace indiferentes y las injusticias contra los más pobres.
Desarrollo sostenible en Ceiba y Naguabo es mirar el conjunto de los recursos naturales de nuestros pueblos, y planificar y desarrollar en forma responsable: escuchando a la gente, respetando a la naturaleza y creando oportunidades en las que se beneficie el mayor número posible de personas. Por años, se ha sufrido en la región el desempleo, la violencia, la emigración y el deterioro en los servicios de salud. Desde esta realidad es que hay que planificar y desarrollar, en forma inclusiva y sostenible, sin proteccionismos ni padrinazgos. Hoy, todo Puerto Rico sufre las consecuencias de ese tipo de desarrollo por caminos equivocados de abanderamientos políticos.
Escuchemos el grito de justicia de la naturaleza y de los pueblos para que “las cosas puedan cambiar”, como nos dice el Papa Francisco. Sí, podemos cambiar la situación de incertidumbre, pero uniendo voluntades y siendo sensibles al dolor y al sufrimiento de las comunidades y vecinos de nuestros pueblos. Superar la política del “such is life” se hace imperante y la gente de Ceiba y de Naguabo lo reclaman. ¡Dios bendiga a Puerto Rico!