Sobre la multiplicación de los panes, conviene tener presente que un primer tipo de interpretación que hay que descartar totalmente es la “mágica”, es decir: aquella que considera a Jesús como una especie de mago al multiplicar los panes. En sentido estricto no hubo una multiplicación de los panes y peces, sino el no agotamiento de los cinco panes y dos peces al momento de repartirlos.

Sobre este punto nos dice el Papa Francisco: “Respecto a los panes y los peces quisiera agregar un matiz: no se multiplicaron […]. Simplemente los panes no se acabaron. Como no se acabó la harina y el aceite de la viuda. No se acabaron. Cuando uno dice multiplicar puede confundirse y creer que hace magia […], simplemente es tal la grandeza de Dios y del amor que puso en nuestros corazones, que si queremos, lo que tenemos no se acaba. Mucha confianza en esto” (Papa Francisco: Discurso al Comité Ejecutivo de Caritas Internacionales, 16 de mayo de 2013).

El milagro es un signo, que nos enseña, que el compartir no empobrece. Dios no es un mago que va a resolver el problema del hambre en el mundo haciendo llover pan del Cielo; el Señor lo que quiere es que multipliquemos los gestos de generosidad para con los pobres, hambrientos y necesitados.

Hay muchos que tienen hambre de vivir, de ser amados, escuchados, comprendidos. Hay muchas luces que encender, muchos cuerpos gastados que abrazar, muchas noches esperando auroras, muchos sufrimientos en busca de consuelo, muchas soledades sin compañía, mucha fe perdida en busca de una fuente. ¡Cuántas veces nos echamos a un lado! No aprovechamos las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones a favor de los demás. El momento más bello es el momento presente. Si lo vivimos en la plenitud del amor de Dios nuestra vida será maravillosamente bella. Cada palabra, cada gesto, cada conversación telefónica, cada decisión es la cosa más bella de nuestra vida. No vivamos ningún momento sin sentido. No tenemos más que el momento presente para colmarlo de amor. Frente a las disculpas está el amor. Algo pequeñito, hecho con amor, es más fecundo que las obras grandiosas. Cuando no tenemos casi nada y escogemos a Dios, Él hace maravillas.

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