“El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”,(Jn6,56).

“Es indispensable tener ese contacto directo con Jesucristo Eucarístico para tener el impulso para esa acción misionera, para el visiteo y para salir a la calle desde un encuentro personal con Él”.

Con estas palabras, Padre José Antonio “Chelo” López, vicario episcopal para los Congresos Eucarísticos Internacionales y párroco de Cristo Rey en Ponce, explicó que la Eucaristía es un encuentro esencial y vital para el misionero y en ella se consigue ese fuego inagotable y urgente para emprender la acción misionera que se ha convocado en este Año Extraordinario para la Misión que sirve como preparación para el Mes Misionero en octubre convocado por elPapa Francisco.

Asimismo, insistió que cada católico en la práctica de su fe no debe limitarse a simplemente comulgar, sino que debe desarrollar una relación estrecha con la Eucaristía, orar ante el sagrario, saludar al Rey de reyes y tomar un momento para orar antes y después de la misa y visitar el Santísimo en otro momento de la semana. “No desarrollar este vínculo con Jesús Eucarístico significaría el grave riesgo de un cristianismo sin temor de Dios, lite o incluso un cristianismo temerario que justifica lo injustificable. Descuidar esta relación esencial con la Eucaristía sería como construir una torre de naipes en el jardín hasta el techo del a casa. Solo se necesita una ligera brisa mañanera para desmoronar la torre sin dejar un naipe de pie”, indicó.

De otra parte, el Cardenal Telesphore Placidus Toppo, Arzobispo de Rancho en India, durante el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Quebec, Canadá, reflexionó sobre la Eucaristía y la misión. “Jesucristo pidió a sus discípulos: Haced esto en memoria mía y les encomendó la misión de velar para que aquel último día permaneciese presente en la realidad concreta de su existencia hasta que Él volviera glorioso”, sostuvo el Cardenal Toppo.

De hecho, en su mensaje el Cardenal Toppo relató cómo la Eucaristía fue pieza clave en la misión de unas tribus del centro y norte de la India que nunca habían escuchado hablar de Jesús. Pobres, víctimas de la opresión de los ricos de la zona y sin esperanza no escuchaban a los misioneros hasta que oyeron de un hombre asesinado y les increpaban a los misioneros“ ¿Dónde está ese hombre?” y “Queremos verlo”. Los tildaron de mentirosos. Al ver la vida prodigiosa de aquellos misioneros jesuitas, luego de 30 años, 28 personas se convirtieron y se bautizaron. Con la llegada del Siervo de Dios, Padre Constant Lievens,SJ, que vivió entre ellos 7 años y murió por tuberculosis, la región contaba con 80 mil católicos bautizados y más de 20 mil catecúmenos. “¿En qué se diferenciaban esos misioneros jesuitas de los primeros que habían llegado 30 años antes? La respuesta es sencilla: ¡La Eucaristía! La diferencia estriba en la forma en la que los católicos comprendieron, celebraron y vivieron la Eucaristía”, sostuvo el Cardenal Toppo.

Incluso, San Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (Núm. 28) dejó claro el vínculo esencial entre la misión y la Eucaristía: “Porque la totalidad de la evangelización, aparte de la predicación del mensaje, consiste en implantar la Iglesia, la cual no existe sin este respiro de la vida sacramental culminante en la Eucaristía”.

Asimismo, el texto base para el Congreso Eucarístico Internacional a celebrarse en Budapest, Hungría, para el 2020 sostiene que la Eucaristía es “fuente de la evangelización y contemporáneamente, la meta final a alcanzar; el sacramento de la misión cumplida” (103). Y quien comparte el Evangelio y la alegría, ofrece el banquete deseable. “Efectivamente, la Eucaristía es la fuente de la que mana el potencial evangelizador de la Iglesia por que ella «no solo proporciona la fuerza interior para dicha misión, sino también, en cierto sentido, su proyecto. En efecto, la Eucaristía es un modo de ser que pasa de Jesús al cristiano y, por su testimonio, tiende a irradiarse en la sociedad y en la cultura”, (106).

Finalmente, el Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (Núm. 14) enfatizó que: “No podemos acercarnos a la Mesa eucarística sin dejarnos llevar por ese movimiento de la misión que, partiendo del corazón mismo de Dios, tiende a llegar a todos los hombres. Así pues, el impulso misionero es parte constitutiva de la forma eucarística de la vida cristiana”. ■

Enrique I. López López
e.lopez@elvisitantepr.com
Twitter: @Enrique_LopezEV

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