“La escuela católica procura educar integralmente, de manera orgánica, con la bendición de poder educar evangelizando y evangelizar educando. En una escuela regular se cultiva lo académico, lo social, lo profesional, entre otros, pero la parte espiritual y religiosa queda muy rezagada, ya sea por cuestiones legales o las razones que sean”. Así lo dejó claro la Superintendente de Escuelas Católicas de la Diócesis de Ponce, Lourdes Zapata López. Esto sin menospreciar la educación de otras escuelas privadas o públicas del País, sino para destacar que la dimensión religiosa, espiritual, la vida de fe, es parte esencial de esta educación integral que se promueve en nuestras escuelas católicas.

La educadora dedica todo su esfuerzo, talento y tiempo a la educación católica, la cual considera, “mi vocación y por ella, no solo se debe hacer lo mejor, sino el mayor esfuerzo posible para lograr la excelencia en la educación católica, en el servicio a la Iglesia, a los jóvenes, a los educadores y a la familia”. Según la Superintendente, el proceso de educación que se realiza con la escuela tiene que estar íntimamente vinculado a la familia.

“Si no, nos quedamos a mitad de camino, porque los padres son los primeros educadores de sus hijos”, especificó. “Difícilmente podemos lograr una educación integral y todo lo que anhelamos si no tenemos la colaboración de los padres”, sostuvo.

Una de las ventajas que tiene la escuela católica es que al tener una matrícula cautiva “no solo se educa -y evangeliza- a través de la clase de religión; sino que todo el ambiente de la comunidad educativa tiene que estar educando a través de su testimonio”. Por ello se requiere que la comunidad escolar cuente con un testimonio “fuerte, amplio y veraz”, según sostuvo Zapata, quien es natural de Cabo Rojo.

Dentro del territorio diocesano en el litoral sur y las montañas de Puerto Rico, se encuentran 17 colegios católicos donde unos 6,100 estudiantes cursan grados desde el maternal y preescolar hasta duodécimo grado.

La educación católica complementa, no sustituye, la experiencia que los padres deben dar en el hogar. Sin la enseñanza y formación de los padres a cada uno de sus hijos, a la escuela católica se le hace muy difícil educar porque, para un estudiante que en el hogar no tiene la experiencia de vivir la fe, donde no se siente amado, hay muy poca comprensión y apoyo, donde no hay disciplina y el niño o joven está relativamente solo, la escuela podrá ir orientando su responsabilidad ante la vida, pero la experiencia de familia tiene que vivirse en el hogar. En un entorno con retos familiares tan marcados, la educación católica cobra una relevancia increíble. Según Zapata, urge que nuestras familias practiquen la fe, den testimonio a sus hijos y vivan ardientemente los valores cristianos. Por otro lado, dado que la escuela católica es cristocéntrica, ayuda a edificar cristianos completos y ciudadanos de bien.

A los padres les indicó que, si la fe no se vive en familia, la catequesis parroquial y la escuela católica, no son suficiente para que el niño o el joven aprendan a vivir su fe. El testimonio de vida de los padres es muy importante.

La Superintendente de Ponce aclaró que, aunque muchos padres eligen la escuela católica por la seguridad, la excelencia académica o los programas deportivos, entre otros, otros tantos la escogen precisamente por los principios y valores cristianos. Reconocen que, en el corazón de la escuela católica prevalecen los valores cristianos y en ella, se da “ese aprender a vivir con Dios, para Dios y en Dios, se aprende a vivir la vida de fe”. Obviamente, no es un paraíso o cielo lo que tenemos, pero, como una gota que da continuamente en la piedra al final hace un hoyo, así “queremos que, a través de la experiencia de la escuela católica, el niño y el joven aprendan a amar a Jesús”. Sí afirmó que educar en la fe no es fácil ante los retos de la sociedad donde en muchos entornos se vive de espaldas a Dios.

Retos familiares se manifiestan en el Colegio

En las escuelas católicas de la Diócesis de Ponce, cuentan con unos 6 mil estudiantes aproximadamente. “Luego del huracán María la matrícula bajó, pero por diversas razones, para el segundo semestre, la matrícula estudiantil manifestó un leve aumento. Ha habido casos de migración, pero muchos regresaron”, argumentó sobre el reto demográfico.

Por otro lado, según datos que suministró, se desprende que hay una tendencia marcada a una disminución de integrantes en la familia. “Cada vez las familias son más pequeñas y en muchos casos, hay un solo tutor que en el mayor de los casos es la madre. Lamentablemente, vemos que hay una disminución en las familias con ambos padres y crecen las familias con abuelos como encargados con custodia”, detalló.

A diferencia de otras regiones, el cierre de colegios católicos ha sido muy esporádico. Hace tres décadas tenían 23 colegios y hoy día son 17. “Apoyamos a los colegios en todo momento para evitar cualquier cierre”, afirmó, y si no hubiera forma de evitarlo, se le provee el apoyo y orientación en el proceso. No obstante, Zapata mencionó que los Colegios se las han reinventado con programas académicos atractivos, fortaleciendo cada vez más sus programas pastorales, realizando actividades familiares para unir a la familia en ambientes sanos y con un equipo de educadores de excelencia para responder a la realidad actual.

Invitamos a los padres a que visiten las escuelas de sus hijos y mantengan un diálogo con sus educadores y directivos. ■

Enrique I. López López
e.lopez@elvisitantepr.com
Twitter: @Enrique_LopezEV

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