“Apareció un carro de fuego y Elías subió al cielo” es la cita tomada de la primera lectura del día en que nuestro hermano y amigo, Padre Tarsicio, falleció.

Sin duda, el Señor Todopoderoso, en su inmensa bondad, nos regaló un ser con tantas capacidades y tanta disponibilidad para servir, que quiso arrebatarlo tan significativamente de esta tierra para ser parte de la morada del Padre.

Al ser carmelita, su tránsito está teñido de simbolismo bíblico eliano. Repasar ese texto en el cual el padre Elías fue arrebatado al cielo nos sirve de consuelo.

La vida del Padre Tarsicio salpicó amorosamente la vida de muchos. Supo guiar, acompañar y aconsejar a tantas personas con una espiritualidad sana y equilibrada que iluminaba al caminar. Su amistad significó gran alegría para muchos y cada anécdota la hacía tan interesante como humorística.

Las familias De Ángel Ramírez y Norbert Ubarri, sintiéndonos parte de su historia, hemos deseado unirnos en este agradecimiento a Dios por la vida del Padre Tarsicio María Gotay Figaredo, O. Carm. (1948-2012), quien nos acompañó en tantos momentos.

Brota de nuestros corazones una intensa acción de gracias y, por eso, le decimos: GRACIAS. Gracias por ser un padre espiritual. Gracias por ser un amigo y hermano. Gracias por tu sensibilidad para sondear las almas y así encaminarlas. Gracias por ayudarnos con tus consejos. Gracias por hacernos mejores y aspirar a la santidad. Gracias por tus historias y por tu humor que nos brindaban salud mental. Gracias por siempre estar ahí: presente y pendiente a nuestras necesidades.

¡Hasta la eternidad, Tarsi!

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