Es imposible querer hablar del Centro Pablo VI sin hablar de los Institutos Seculares Acies Christi y Hermandad de Operarias Evangélicas, pues el Centro fue fundado y atendido por ambos institutos.
Hubo una idea en la mente y en el corazón del Padre Avelino López de Castro, fundador de ambos institutos: no quería que nuestra Hermandad (como conocemos a ambos institutos) se quedara limitada a ser un instituto limitado a una diócesis, sino que extendiera su misión por toda España y por el mundo entero.
Por ello los miembros, seglares y sacerdotes, fueron estableciéndose por toda la geografía de España. Unas veces por motivo de los lugares de trabajo o estudio y otras por la conveniencia de llegar a algunas ciudades donde parecía importante la presencia de la Hermandad. Se abrieron casas que pronto pasaron a ser casas de labor apostólica (Valladolid, Madrid, Oviedo, Santiago, Valencia…), o residencias para estudiantes universitarios que no pertenecían al Instituto.
El celo apostólico y misionero del Padre Avelino no termina aquí y en cuanto tuvo sacerdotes formados en la Hermandad, llegaron a Bélgica como capellanes de emigrantes españoles y más tarde cooperando en diferentes parroquias en Sao Paulo y en Río, Brasil. También llegaron a Cuba, ayudando en parroquias y colegios de La Habana.
Más tarde a Brasil, llegaron con los sacerdotes, seglares consagrados para trabajar en la Universidad Católica de Río de Janeiro en sus respectivas profesiones. El sacerdote Ignacio Cantarell, que asistió a un congreso científico de física nuclear en Puerto Rico, se dio cuenta inmediatamente que aquí era un campo formidable para establecer la Hermandad. En el 1961 decidió establecerse y pidió que vinieran físicos de la Hermandad para la Universidad y el Centro Nuclear de Mayagüez.
Desde España llegaron nuevos seglares y sacerdotes para constituir un núcleo en esta ciudad. Trabajaron en el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas, CAAM (hoy Recinto Universitario de Mayagüez). La casa en que residían se convirtió en casa de labor apostólica y sirvió de residencia a algún estudiante. En ese tiempo se comenzó con la Juventud Estudiantil Católica (JEC), del Movimiento Acción Católica de la Iglesia, en el CAAM. La JEC influyó mucho en la espiritualidad de los estudiantes del CAAM.
El Padre Francisco (Paco) Durán Rus del Acies Christi, llegó a Puerto Rico en el año 1963. No había entonces en la Diócesis de Ponce, a la que pertenecía la ciudad de Mayagüez, ninguna casa de Retiros por lo cual era necesario recurrir a distintos lugares, hoteles y haciendas, para celebrar los Cursillos de Cristiandad que acababan de llegar a Puerto Rico. En el 1965, consiguió erigir, con ayuda de muchas amistades, la Casa de Formación “Centro Acies Christi”, por el nombre del Instituto, en terrenos donados por Don Nino Ramírez de Arellano y su esposa. Más tarde se cambió el nombre al actual, “Centro de Formación Apostólica y Social Pablo VI” (Centro Pablo VI).
La primera actividad del Centro se celebró el 19 de noviembre de 1965, un Cursillo de Cristiandad de hombres, cuando el piso era aún de tierra, pues no se había terminado la construcción. Ese mismo día llegaron a Mayagüez las primeras hermanas del Acies Christi Femenino, hoy Hermandad de Operarias Evangélicas (HOE). Por muchos años atendieron la casa en las diferentes labores domésticas y preparando las comidas. Además de ocuparse de estas necesidades y demás aspectos humanos, trabajaron dando charlas en los retiros y encuentros para estudiantes, grupos parroquiales de mujeres jóvenes y adultas, también para profesionales que formaban el grupo de Mujeres de Acción Católica (MAC).
Muchos fueron los Cursillos de Cristiandad; retiros de hombres, mujeres, muchachas o muchachos jóvenes, que se celebraron; los Encuentros, Impactos, fines de semana de Encuentro Matrimonial, Talleres Prematrimoniales, Camino Neo-catecumenal, Retiros de Formación para Ministros Extraordinarios de la Eucaristía… incluso un Retiro del Clero Diocesano, del movimiento Juan XXIII y de la Pastoral Juvenil. Muchos son los hombres, mujeres y jóvenes que podemos encontrar en las diferentes parroquias de toda la Diócesis, que allí se formaron y profundizaron en su fe convirtiéndose en apóstoles y líderes de sus comunidades. Allí quiso despertar el Señor muchas vocaciones para la vida cristiana y matrimonial, para la vida sacerdotal y consagrada.
Es justo reconocer la ayuda de personas de la comunidad que participa asiduamente en las Eucaristías cada domingo, contribuyendo en las colectas que aquí se hacen, asistiendo a nuestras actividades, invitando a otras personas a tomar parte en ellas, dando charlas en las diferentes actividades, proveyendo becas para las personas que no podían costear los donativos del fin de semana. Cabe destacar de modo especial, los que ayudan a los gastos del Centro y su mantenimiento, restauración y mejoras que a lo largo de los años se han realizado. Gracias a todos y todas por su generosa aportación y sostenimiento de este Centro. Dios les bendiga por ello.
(Oficina Medios de Comunicación Social)