En la parroquia San Antonio Abad de Añasco se celebró un triduo en honor al Beato. Los Padres Carmelitas impartieron una catequesis sobre la vida y obra del Beato Carlos Manuel Rodríguez Santiago, culminando con una película, sobre los momentos en que este fue beatificado por el entonces Papa S. Juan Pablo II.

En este artículo se pretende mostrar detalles relevantes que se discutieron sobre la vida del Beato, Carlos Manuel Rodríguez Santiago.  Fue en la primera charla, donde se ofreció un perfil histórico del Puerto Rico de aquel entonces donde el Beato, se desarrolló y recibió los Sacramentos y se formó como persona.

Se pidió cambiar el disco duro, es decir, la mentalidad actual; viajar en el tiempo; al Puerto Rico de 1918. Su pobreza, las familias carentes de luz, agua, teléfono, televisión, las calles no estaban asfaltadas, todo eso vino más tarde. El país sufría la experiencia del terremoto de octubre de 1918, que causó la muerte a decenas de personas y generó pérdidas millonarias. El tsunami, que alcanzó olas de más de 20 pies de altura, con cientos de viviendas destrozadas. Finalizó la Primera Guerra Mundial. Unos años después el huracán San Felipe, en septiembre de 1928. Uno de los más grandes en azotar la Isla, con 312 muertes. San Ciprián, en septiembre de 1932, con 225 muertes. En septiembre de 1945, finalizó la segunda guerra mundial.

La liturgia de entonces: en latín, difícil de entender para el pueblo. Un solo Obispo para atender toda la población.

La invasión norteamericana del 1898, con la llegada a la Isla de los protestantes de Estados Unidos trayendo sus costumbres anglosajonas. Su fin primario: atacar la Iglesia Católica. Este dato, está ahí en la historia, y perdura hasta estos días.

Este es el Puerto Rico que conoce “Carlos Manuel Cecilio Rodríguez” quien nació el 22 de noviembre de 1918, de una familia humilde en Caguas. Sintió el llamado al servicio desde muy joven como acólito en la parroquia de Caguas. Sufrió un trauma, por salvar la vida de su primo de la mordida de un perro. Padeció de Colitis intestinal severa toda su vida. Hombre de una capacidad intelectual extraordinaria. Era autodidacta, aprendió latín, francés e inglés, experto en humanidades. Gustaba de la ópera, la música y el cine.

P. Mur enfatizó en lo que para el Beato era muy común, vivir lo que decía. Siendo su vida un acto de servicio y amor a Dios. Su hermano Pepe decía que su apostolado lo vivía en la casa. Su deseo era, dar a conocer a Cristo. Esa era su misión.

Desarrolló una intensa actividad apostólica entre los estudiantes y maestros que buscaban sus consejos en lo académico y en la vivencia de la fe. Su amor sin reservas por la liturgia especialmente por la celebración de la Vigilia Pascual era notable. De aquí la frase: Vivimos para esa noche. Fundó el Círculo de Cultura Cristiana: él escribió: “Necesitamos católicos despiertos al momento actual, católicos del presente, que sepan nutrirse del pasado, pero con los ojos puestos en el futuro. Más contundente aún y, sobre todo, más sorprendente que lo dicho anteriormente, está la cita del 4 de mayo del Calendario propios para Puerto Rico de la Liturgia de las horas en las páginas 38 al 41. Lo que Carlos Manuel, enfatiza en relación con la liturgia; eso se deja como asignación personal.

Finalmente, minada su salud, tras una larga operación en marzo de 1963, padeció “la noche oscura de la fe”. Antes de morir, reencontró con emoción la Palabra que estuvo perdida, la que había dado sentido a su vida. Su paso a la vida eterna fue el 13 de julio de 1963. Tenía 44 años. “El 13 es buen día” había dicho antes, sin que se tuviese noción de lo que ello significaba. Ahora se sabe.

(José A. Rivera )

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