Fr. Carlos R Morales, OSA
El Papa Francisco no deja de sorprendernos positivamente. Y una de tantas sorpresas ha sido la celebración de un Año Santo. Y cuando a ese nombre (Año Santo) se le añadió un apellido (Jubileo de la Misericordia) nos llenó de alegría. Desde el 8 de diciembre de 2015 comenzó esta invitación a ser misericordiosos como el Padre. Ya sabíamos que en la Octava de Pascua la fiesta de la Divina Misericordia tendría que ser diferente. Y en Aguada fue esta celebración especial. El Delegado Apostólico de su Santidad para Puerto Rico, Mons. Jude Thaddeus Okolo aceptó nuestra invitación de presidir la Eucaristía en esta ocasión jubilar.
Nuestro Párroco P. Carlos Cordero Concepción, OSA, fue el sábado a buscar Mons. Okolo a Ponce en donde participaba de un gran acontecimiento: el 125 aniversario de la presencia de las Siervas de María en Ponce. Así que tranquilamente en la tarde llegó a nuestra comunidad con el fin de prepararse para la gran fiesta en el suelo, bañado por suaves olas, que recibió la primicia de la cruz del Evangelio en todo Puerto Rico. Después de visitar el Templo Parroquial se retiró, como un hermano más de la comunidad para realizar el trabajo pendiente y hacer sus oraciones.
Desde muy temprano, el domingo 3 de abril, los fieles, mientras nos encontrábamos celebrando las eucaristías dominicales, fueron llenando el Centro de Espiritualidad Nuestra Señora Madre de la Consolación para ocupar uno de los dos mil asientos del Centro. Traían sus objetos religiosos para que fuesen bendecidos por el Delegado del Papa antes de finalizar la eucaristía. A las 10:00 a. m. se rezó la Coronilla de la Misericordia. Media hora más tarde dio inicio la eucaristía concelebrada por los Frailes Agustinos: Fr. Carlos Cordero, OSA, Fr. Isaías Revilla, OSA, Fr. José L. Díez Gabela, OSA y Fr. Carlos R Morales, OSA. También nos acompañaron el vicario de Pastoral de la Diócesis de Mayagüez, Mons. Ramón Albino Guzmán; el Párroco de Protomártires de la Inmaculada Concepción, Fr. Ramón H. Negrón, OFM Cap. y un aguadeño, P Julio Echevarría.
La procesión comenzó con la entronización de un cuadro de la Divina Misericordia que se colocó en el presbiterio justo al lado de una imagen, tamaño normal, de San Juan Pablo II. El Párroco agradeció a Mons. Okolo que aceptara la invitación de presidir en esta ocasión esta eucaristía. También excusó a nuestro Pastor, Mons. Álvaro Corrada del Río S.J., quien se encontraba en otra celebración. En lugar del acostumbrado acto penitencial tuvimos la bendición del agua y su aspersión como recuerdo de nuestro bautismo que borra todos nuestros pecados. Se proclamó la Palabra de Dios que nos recordaba el testimonio de los primeros cristianos y, en especial, a un Pedro valiente que predicaba a un Cristo Resucitado; como en el libro del Apocalipsis se reconocía como Principio y Fin y en donde Él nos compartía su paz.
En la homilía el Nuncio de la República Dominicana y Delegado Apostólico para Puerto Rico comenzó diciendo: “Que la paz sea en el mundo entero”, y toda la asamblea respondió Amén. Expresó que la Misericordia de Dios es ofrecida a todos aquellos que la quieran, pero que Él es respetuoso ya que la puerta a la cual se llama debe abrirse por dentro: Dios da la Misericordia a todo aquel que lo quiera. Luego Mons. Okolo nos habló sobre el sacramento de la reconciliación. Puntualizó además que Jesús nos dejó en herencia siete sacramentos para diversos momentos de la vida, comenzando por el bautismo.
Después nos recordó que como humanos hemos pecado en nuestra vida, por lo que todos somos pecadores. Y es por eso que debemos recurrir al Señor para pedirle perdón por nuestras faltas. Al recurrir al Sacramento, a través del ministro ordenado, sabemos que Dios nos ha perdonado. El Evangelio nos lo decía claramente. Dios siempre oye nuestras súplicas; al confesar nuestros pecados Él nos escucha y perdona. ¿Qué prueba tenemos de que nos perdona? La absolución es lo que elimina la incertidumbre de que recibimos el perdón de Dios, potestad que da a sus discípulos. Luego nos habló de la Eucaristía en donde nos entrega su Cuerpo y Sangre del Señor.
A continuación pasó a hablar del gran misterio y a concientizarnos, a los presbíteros, de darnos cuenta en cada momento de la misión de lo que representamos: otro Cristo. Tenemos que dejar limpio, puro y auténtico el llamado porque representamos delante de Dios a su propio pueblo. Nos toca asumir todos los pecados del pueblo de Dios para llevarlos a Él. El sacerdote está llamado a estar limpio antes de entrar en el Santuario de Dios y eso lo hace el Padre a través de Jesús. Por eso tenemos que estar conscientes de la importancia de nuestra consagración porque representamos al Pueblo de Dios delante de Él.
Mons. Okolo recalcó además que este año de la Misericordia el Santo Padre nos invita a acudir a sacerdotes y obispos y recibir la absolución, el sacramento de la reconciliación. Y concluyó diciendo que este año sea para todos una oportunidad para retomar el camino hacia la santidad y pidiendo al Señor que nos bendiga en abundancia.
Luego de la homilía, en lugar de la Oración de los Fieles, el Vicario de Pastoral rezó las Letanías de la Misericordia. Y como lo indica la liturgia inmediatamente dio paso a las ofrendas y la Liturgia Eucarística en la cual se consagró el pan y el vino que fue recibido como alimento.
Antes de concluir nuestra fiesta, la coordinadora del Movimiento Jesús Misericordioso en la diócesis, Zenaida Acevedo, hizo de forma emotiva una breve presentación a Mons. Okolo del pueblo de Aguada. La misma destacaba que por Aguada entró el anuncio del Evangelio a la Isla del Encanto; también por estas tierras bañadas con las olas del Atlántico fue donde cayeron las primeras gotas de sangres de mártires del nuevo mundo. Concluyó diciendo que gracias al fervor de Aguada se le ha llamado el Vaticano de Puerto Rico. Acto seguido Acevedo hizo entrega de un hermoso cuadro con la imagen de la Divina Misericordia que con sus rayos rojos y blancos también cubren la fachada del templo parroquial; icono del pueblo por el que todo aguadeño siente un cariño especial. En el cuadro obsequiado aparece además la fecha del Año Jubilar y el logo del Jubileo de la Misericordia. Por su parte, Jude Thaddeus Okolo agradeció el regalo y pasó a la bendición de los objetos religiosos que los fieles fervorosos trajeron al templo.
Querer resumir en pocas palabras todo lo que vivimos esa mañana del 3 de abril en el Centro de Espiritualidad de Nuestra Señora Madre de la Consolación no es tarea fácil. Las fotos que acompañan esta reseña desean ser testigo fiel de lo que fue esa mañana jubilar llena de misericordia.