Doña María Teresa Berrios Pérez, mejor conocida como ‘doña Tete’, recibió a El Visitante en su residencia en el Sector Tres Caminos del Barrio Quebrada Grande en su natal Barranquitas. Sentada en el sofa y con una pashmina rosada rodeando su cuello, afirmó que jamás pensó que llegaría a cumplir un siglo de vida. “Yo creí que no iba a llegar a los 100 años. Este año me cantaron el día de Reyes para celebrarme los 100 con mi familia, llegue a la viejitis”, dijo sonriendo.
Doña Teté nació el 8 de enero de 1920 y se casó con don Juan Ignacio Torres Vélez. Tuvieron 8 hijos. El mayor, murió a los 4 años a causa de meningitis. Reconoció que “me afectó mucho la pérdida de mi hijo, pero lo acaté porque sé que fue la voluntad de Dios”. Al momento vive rodeada de sus siete hijos y 17 nietos.
Doña Tete, tiene problemas para caminar y no puede levantarse sola, tampoco escucha, ni ve bien por eso siempre hay alguien con ella. Durante el día la acompaña una enfermera. En las tardes y noches alguno de sus siete hijos, de antemano, tienen establecido a quién le toca cada día.
La mujer de cabellos blancos, lleva un rosario en su cuello, sinónimo de su devoción a la Virgen María, pues varias veces al día reza, y pide por cada miembro de su familia. Doña Tete aseguró que nunca trabajó fuera de la casa, porque desde que se casó se encargó de la cocina, una de sus pasiones, así como las plantas. Años atrás cultivó, anturios, begonias y geranios.
Relató que no solo cocinaba para sus hijos sino también para los peones que trabajan en la finca de su familia. Entre los platos más exquisitos que preparaba mencionó: El arroz con pollo y las habichuelas guisadas, pastelón de papa, de amarillos y de apio. Así como rellenos de apio, pasteles de arroz en hojas de repollo, entre otras delicias. Enfatizó que como tenía gallinas, las mataba, pelaba y preparaba sopas de gallina. También, recordó el escabeche de pescado que hacía para la Semana Santa.
Cuando se le preguntó que come para tener una vida longeva, mencionó que “como de todo. Muy poca carne roja, más pollo y cerdo. Me encantan el lechón con guineos sancochaos”. Su yerna, comentó que también le gusta la pizza.
Esta centenaria no puede ir a la Iglesia, pero semanalmente recibe la comunión en su hogar, ve la misa televisada diariamente y sintoniza la Coronilla de la Divina misericordia a las 3:00 de la tarde. A la también bisabuela de dos, le sobrevive un hermano de 93 años que la visita cada 15 días. Al final, lamentó la muerte de su esposo, porque le hace mucha falta, pero agradeció a Dios: “Nunca estoy sola, tengo unos buenos hijos, yernas y familia. Aquí estaré hasta que Dios quiera”.■
Camille Rodríguez Báez
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