Casi todas las personas quisieran vivir una larga vida, pero nadie quiere llegar a viejo. Para muchos, la vejez se asocia con pérdida de memoria, con el deterioro de la condición física, enfermedades y soledad, entre otras cosas. Sin embargo, ese viaje, esa transición, que estamos recorriendo los que aspiramos a disfrutar muchos años en este planeta, puede hacerse con alegría y paz, si seguimos ciertos principios. Así que… ¡ánimo!
El caminar al lado de Jesús, emulando la vida que Él vivió, una vida llena de oración y del servicio a los demás, especialmente hacia los más necesitados, te llenará de alegría y paz, y te librará del miedo y la angustia que tanto nos preocupan. Él lo prometió: “Mi paz os dejo, mi paz os doy. Que no haya en ustedes ni angustia ni miedo” (Jn 15, 27). Cree y vive esa promesa porque Jesús siempre cumple lo que promete. Siempre.
Otro elemento que te ayudará a conservar tu paz es el desarrollar una actitud positiva ante la vida, relativizando las situaciones que enfrentamos y gozando de los bienes recibidos. Todos tenemos problemas. Y los que no los tienen, ya pasaron a otra vida. Vive el aquí y el ahora. El pasado ya pasó. El futuro no está en nuestras manos y no sabemos si llegará. Así que disfruta el momento. Disfruta con tu familia, con tus amigos y con tus hermanos en la fe. Ser feliz no es tener lo que se quiere, sino querer lo que se tiene.
La felicidad es un estado mental. No depende de lo que pasa a nuestro alrededor, sino de lo que pasa dentro de nosotros. No somos felices hasta que decidimos serlo. La vida es como un espejo: reflejará lo que pongas en ella. Ponle una buena cara y te reflejará una buena cara, y viceversa. Recuerda que tú no eres responsable de la cara que tienes, pero sí de la cara que pones.
Aprende a reír. Para muchos teóricos, la risa es considerada como una medicina natural. Hay evidencia de que prolonga la vida. El famoso psicoanalista, Sigmund Freud, atribuyó a la carcajada el poder de liberar la energía negativa del organismo. Con la risa, el cuerpo segrega endorfinas, hormonas naturales, que alivian el dolor. Yo uso mucho el humor, y cuando me vaya de este mundo, deseo irme… “muerto de la risa”.
Perdona siempre, como el Señor te perdona a ti. Sé paciente. El paciente, paz siente. Mantente activo. Si no ocupas tu mente, esta se llenará de pensamientos negativos que pueden robar tu paz.
¡Que disfrutes esta travesía acompañado del Señor! Alegre, contento, en paz. ¡Y que viva la vida!
(Ángel Pérez)