El próximo viernes, 27 de abril en Puerto Rico se conmemora el Día de Recordación de las Víctimas del Holocausto Judío. Esto según lo establece la R. Conc. del S. 15 que sostiene que la Asamblea Legislativa de Puerto Rico se unió al llamado que hizo la comunidad judía para nunca olvidar este hecho, que acabó con la vida de más de 6 millones de judíos.

Entre los millones de personas que murieron en este genocidio, se destacó la figura del sacerdote franciscano, Maximiliano Kolbe, considerado como un mártir moderno.

El sacerdote fue llevado a un campo de concentración de Auschwitz. Un día se fugó un preso y según la ley, por cada preso que se fugara, tenían que morir diez de sus compañeros. Al que correspondiera el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. Al que le tocó el 10, dio un grito y exclamó: ‘Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?’.

En ese momento, Padre Kolbe le dijo al oficial: ‘Yo me ofrezco para reemplazarlo’. El oficial preguntó la razón y él respondió: ‘Él tiene esposa e hijos y yo soy soltero”. Aunque el oficial dudó, de inmediato respondió: ‘Aceptado’.

Junto a otros compañeros el sacerdote fue llevado a un sótano a morirse de hambre. Se dice que, durante varios días, el clérigo animó y rezó con los otros prisioneros, poco a poco fueron muriendo todos menos él y como los guardias necesitaban acomodar más presos y como San Maximiliano seguía vivo, le inyectaron una inyección de cianuro y murió.

También una religiosa, llamada Edith Stein, o Santa Teresa Benedicta de la Cruz, nombre que adquirió al entrar al convento carmelita, murió en una cámara de gas de Auschwitz en el 1942. La historia relata que un día después de haber estado rezando y trabajando en su manuscrito sobre San Juan de la Cruz, llegaron los oficiales al convento y se la llevaron junto a su hermana Rosa que ante el tumulto de gente se desorientó y ella la tomó de la mano tranquilamente y le dijo: “Ven Rosa, vamos a ir por nuestra gente”, y entraron en el camión de la policía.

Muchos testigos relataron que el comportamiento de Edith durante esos días de prisión en el campamento de detención los pasó en silencio, calma, autocontrol y consolando a otras mujeres, mientras cuidaba a los más pequeños. Días después la religiosa junto al grupo de mujeres y niños fueron llevados en trenes a Auschwitz, de este grupo, no hubo ningún sobreviviente.

(Fuentes: varias)

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