“A estos hombres (Pedro y Pablo), maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos también por emulación, se han convertido para nosotros en un magnífico ejemplo. […] La emulación y la rivalidad destruyó grandes ciudades e hizo desaparecer totalmente poblaciones numerosas”. De esta manera lo describió el Papa San Clemente I en una carta a los Corintios.
En tiempos del emperador Nerón, en Roma junto con la comunidad hebrea, vivían los cristianos. Aunque poco conocidos, de ellos circulaban comentarios calumniosos. Debido a las ideas que profesaban los cristianos, para el resto del pueblo eran un abierto desafío a los dioses paganos, celosos y vengativos. Por su parte, el Senado romano declaró esta nueva religión contraria a las tradiciones de Roma por lo que además de rechazarla la declaró ilícita hacia el año 35 D.C.
Para evadir las acusaciones de haber incendiado Roma, Nerón se descargó sobre estos, condenándolos a terribles suplicios. Entre sus acusaciones estaban desde ser una religión maléfica que practicaba el canibalismo, al no entender el sentido de la Eucaristía, hasta difamarlos de incestuosos, por la costumbre que tenían de llamarse hermanos y darse el beso de la paz.
Fue así que se desencadenó una serie de persecuciones en la que miles de cristianos dieron su vida por proclamar y creer en el verdadero amor de Dios enseñado por Jesucristo.
Cientos de ellos fueron quemados como antorchas humanas rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina Oppio así como en los banquetes nocturnos, mujeres y niños fueron vestidos con pieles de animales y dejados a merced de las bestias feroces en el circo, y otros fueron crucificados.
La persecución no terminó en aquel fatal verano del 64, sino que continuó hasta el año 67. Estos mártires murieron antes que San Pablo y San Pedro y son llamados “Los discípulos de los Apóstoles”.
El martirologio jeronimiano es el primero en conmemorar el martirio de más de 900 personas en tiempos de Nerón con fecha del 29 de junio, el mismo día de San Pedro y San Pablo. Después de la fiesta de los dos apóstoles, el nuevo calendario celebra la memoria de los numerosos mártires cada 30 de junio.