“Llegar allí no tanto como un obispo sino como un pastor, como un padre”. Esa fue la respuesta que ofreció Mons. Luis Francisco Miranda Rivera O. Carm., Obispo designado para la Diócesis de Fajardo-Humacao, en su primera entrevista con El Visitante, un par de días después de conocerse su designación, cuando se le preguntó cuál es su prioridad una vez asuma el cargo.

Confirmó que “lo primero que haré será conocer al clero porque yo nunca he caminado por esa diócesis. Quiero conocerlos, dialogar con ello y trabajar juntos. También quiero conocer a la gente de esa porción del santo pueblo de Dios, conocerlos e identificarme con ellos”. Del mismo modo, adelantó que tal como lo hizo antes mientras era sacerdote en la Arquidiócesis que caminaba por Llorens y la Calle Loiza. Hará lo mismo por las calles de la Diócesis por que como el mismo dijo: “Los carmelitas llevamos eso en los genes, somos andariegos”.

Mons. Luis Francisco ha estado por los pasados 6 años en la parroquia Santa Teresita en Santurce y antes de estar ahí sirvió por 9 años en la Iglesia la Sagrada Familia del Residencial Luis Llorens Torres, razón por la que se siente muy unido a la gente de Llorens. “Hemos tenido momentos muy bonitos en el residencial. Hemos realizado misiones, procesiones, eucaristías, vigilias. Todo el mundo se conoce y se protegen ellos mismos. La mayor parte de la gente que vive allí es gente buena que ha sufrido mucho, pero es gente que quiere superarse”, destacó el futuro Prelado quien aseguró ser cangrejero de pura cepa.

Sobre cuál fue su reacción cuando el Nuncio Apostólico de Republica Dominicana y Delegado Apostólico para Puerto Rico, Mons. Ghaleb Moussa Abdallah Bader le informó que el Papa Francisco lo había seleccionado para ser el Obispo para la Diócesis de El Yunque, rememoró que: “Me quedé frío y dije: ¿será verdad o no?, pero el Nuncio me fue ayudando poco a poco. Entonces le dije que hace 100 años los carmelitas llegamos a la Isla Nena y el Nuncio me dijo que eso quería decir que la designación era de Dios”.

De otra parte, el futuro Obispo reconoció sentir temor por el nuevo cargo que asumirá. No obstante, admitió que “tenemos que hacer la voluntad de Dios. Uno va como un servidor, un pastor, un padre, con un corazón de pastor, un corazón misericordioso”.

Relacionado a cómo la austeridad marcará su episcopado, sostuvo que eso no le preocupa. “Al ser religiosos y hacer los votos de pobreza, castidad y obediencia nunca le tememos a la pobreza ni a la austeridad porque se supone que así es que tenemos que vivir nosotros. Son tiempos difíciles, pero son tiempos donde Dios se manifiesta porque Dios actúa siempre y tengo esa conciencia de que Dios lo ha querido así. No es un tiempo de bonanza ni de vacas gruesas. Al contrario, es el tiempo que Dios quiso”, precisó el sacerdote quien le agradece a sus padres que le transmitieron la vivencia de la fe católica.

Al indagar sobre cómo surgió su vocación sacerdotal, reconoció que siempre la tuvo presente. Esto porque los frailes carmelitas de la parroquia se lo decían todo el tiempo. Sin embargo, recordó que cada vez que alguien le decía que él podía ser sacerdote, se molestaba. Relató que en 1969 asistió a una ordenación sacerdotal y cuando le besó las manos al neo presbítero, este le dijo que sería sacerdote y eso lo impactó.

No obstante, fue la llegada en 1973 de un carmelita, Padre Tarciso, a la parroquia Santa Teresita, quien siempre le dijo que él sería sacerdote, y él siempre lo dejaba pasar. “En una ocasión estaba participando de una Lectio Divina sobre la resurrección de Lázaro.

Fue entonces que mencionaron la frase: El está aquí y te llama. Eso me caló, se lo dije al Padre Tarciso y ahí descubrí mi vocación”, rememoró. En 1978 entró a la tercera orden del Carmen, en el 1979 tomó el hábito y continuó hasta que en 1984 fue ordenado sacerdote por la imposición de manos del Cardenal Luis Aponte Martinez de feliz memoria. Todos estos acontecimientos se llevaron a cabo en la parroquia Santa Teresita de Santurce que lo vio nacer y donde recibió todos los sacramentos.

De otra parte, Mons. Luis Francisco aprovechó la oportunidad para explicar la relación de los carmelitas con la Diócesis de Fajardo-Humacao. “Los carmelitas llegaron a Puerto Rico el 3 de mayo de 1920, día de la exaltación de la Santa Cruz, específicamente al pueblo de Vieques, la Isla nena. Vinieron seis, cuatro sacerdotes y dos hermanos. La Diócesis de Fajardo-Humacao está bendecida con la sangre de un mártir porque uno de los que llegó hace 100 años a PR es un mártir”, explicó.

Finalmente, le envió un mensaje a su gente de Llorens. “Los quiero mucho y los llevaré por siempre en mi corazón. Me voy, pero de vez en cuando me verán por aquí. Me daré la vuelta si el párroco me lo permite para estar con ustedes”, concluyó.

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