El 3 de junio se cumplieron 78 años de la ordenación sacerdotal del Siervo de Dios, Monseñor. Romualdo Ortiz Vega. Por este motivo, sacerdotes de la Diócesis de Mayagüez y fieles peregrinaron a la parroquia San Juan Bautista de Maricao, lugar donde descansan sus restos mortales.
El viernes, 2 de junio del año en curso la parroquia San Juan Bautista de Maricao y su párroco, Padre David Pérez se prepararon para convertirse en lugar de peregrinación para los fieles de todas partes que visitarían el lugar. Ya es tradición, se sube a la montaña a celebrar la misa para conmemorar el aniversario de ordenación sacerdotal de Mons. Romualdo Mariano Ortiz Vega.
Desde que se inició el proceso de investigación en pro de la beatificación de Padre Ortiz como todo el mundo le llamaba, cada vez son más los fieles que visitan el templo maricaeño. Esta celebración marca el 78 aniversario del día en que este testigo de fe le dijo sí a Dios y por la gracia del Espíritu Santo se convirtió en “sacerdote para siempre”. Maricao se siente bendecido y orgulloso de tener consigo a este ejemplo de sacerdote, más aun cuando era natural del pueblo de Coamo y que en las postrimerías de su larga vida 99 años, 9 meses y 9 días pidió ser enterrado en su “querido Maricao” donde sirvió como párroco por 21 años.
Al filo de las 9:30 a. m. iniciaron los oficios, primero con el rezo del Rosario. Luego la misa que fue presidida por Padre Urian Pérez, decano del Decanato de San Germán de la Diócesis y párroco de la parroquia Nuestra Señora de la Merced de Lajas.
Padre Edgardo, de la parroquia El Salvador de Hormigueros y quien vivió 6 años junto a Mons Romualdo en la parroquia Santa Rosa de Lima en Rincón, estuvo a cargo de la homilía que estuvo enmarcada en la vida y obra de este fiel seguidor de Dios. Durante la misma se hizo énfasis en las cualidades de este hombre de Dios que dedicó toda su vida al servicio de los demás de manera desinteresada.
Cabe destacar que entre las características de este sacerdote estuvieron presentes la humildad y sencillez con la que vivió. Un hombre totalmente austero, desprendido de todo ámbito material para simplemente tener espacio en su vida para nuestro Señor y el servicio.
Al concluir la misa, sacerdotes y fieles se trasladaron al sepulcro de Monseñor Romualdo y junto al pueblo interpretaron el himno Salve Regina, un favorito de Monseñor puntualizando así la devoción a nuestra Madre del Cielo.
No cabe duda que la vida de Mons. Romualdo Ortiz es ejemplo palpable de lo que es vivir para Dios. Pidamos con mucha fe a Nuestro Señor Jesucristo y a María Santísima para que cada uno de nosotros podamos ver y poner en práctica las cualidades y actitudes de este gran hombre, gran sacerdote. Oremos también para que, si es voluntad del Padre, pueda ser elevado a los altares y así tener otro cuidador e intercesor en la patria definitiva del Cielo.
(Leonel Oramas | Parroquia San Juan Bautista, Maricao)