El propósito de este peregrinar era presentar la vida de mi hermana y la de mi familia. Desde el momento en que Dios nos eligió para asistir, nos abrazó con su misericordia, pero no sabíamos lo que Dios nos tenía preparado para este viaje, sobre todo ese día. “Al que madruga Dios lo ayuda”. Llegamos al Santuario de la Divina Misericordia temprano, esto nos permitió la bendición de orar, cara a cara, frente al cuadro original de la Divina Misericordia y de las reliquias de Sor Faustina. En la misa presentamos las peticiones de nuestra parroquia y la Fundación de Deambulantes. Allí nos encontramos con Santa Edith Stein, quien nos confirmó que desde la eternidad, Dios planificó que estuviéramos allí y quien me enseñara el valor del sufrimiento. Conocimos a Sor Teresa, una monja de la Congragación de Santa Faustina, a quien pedimos que orara por mi hermana. Esta nos dijo que no tan solo oraría por ella, sino que colocaría su nombre bajo las reliquias de Santa Faustina para que intercediera por ella. En la feria vocacional, nos encontramos con muchos/as religioso/as con quienes compartimos experiencias misioneras y la condición de mi hermana. Estos se comprometieron a acompañarnos con su oración. Alguien que me marcó con sus palabras fue Padre Oscar: “Nos encontraremos en cada Eucaristía”. Para culminar un día lleno de misericordia… Hemos asistido a dos JMJ y nunca habíamos tenido la oportunidad de estar cerca de la Cruz Peregrina ni del Cuadro del Perpetuo Socorro, íconos de las JMJ y Dios nos regaló la oportunidad de tenerlos frente a frente. Dios no soy digna de tu misericordia, pero tú me escogiste para ser testigo de ella.
(Mary Helen González y Moraima Hernández )