Las pasadas semanas han sido de gran tensión en el panorama social borincano. Los arrestos de figuras que ocuparon posiciones de prestigio y primordial importancia en el ámbito gubernamental provocan indignación y repulsa. Ello sumado a las revelaciones del ya público chat que saca a la luz el manejo impropio y ofensivo de asuntos públicos fue detonante de una reacción sin precedentes en nuestra realidad socio política.

Muchos ciudadanos han expresado su repulsa y condena de tales posturas en sus manifestaciones de protesta. Las expresiones en redes sociales, las planteamientos de figuras de gran influencia social, sobre todo del mundo artístico, y colectivos sociales diversos han insistido en la petición de renuncia del gobernante.

No nos corresponde entrar en consideraciones de si es indispensable tal renuncia, para ello están los eruditos del derecho y las instituciones que establece la Constitución. El pueblo es soberano en nuestro estado de derecho e igualmente es preciso tener en cuenta su clamor.

La mezquindad que raya en mostrarse canallas, manifestada en lo publicado, exige la total repulsa de nuestro pueblo. Es cuestionable que quienes representan a nuestro país como líderes, si se les puede llamar tales, se mofen, lancen inuendos impublicables y sobre todo reflejen una total insensibilidad ante el dolor de tantos compatriotas a quienes deben respeto y sumisión, pues es ese pueblo insultado y lastimado por sus ejecutorias quien con su sacrificio paga sus salarios y en definitiva es razón de ser del servicio llamados a prestar.

Es igualmente repudiable que impere en las estructuras de gobierno criterios meramente partidistas. La democracia en Puerto Rico ha degenerado en partidocracia. Lo expuesto claramente demuestra que se persigue el beneficio partidista, manipular la opinión pública para que sea a fín al partido que gobierna y provocar la aniquilación de las reputaciones de quienes se oponen con todo derecho a sus posturas.

Peor aún es que se abuse del poder utilizando el mismo para beneficiar a quienes han sido inversores políticos, pues han estado al servicio de una colectividad concreta. Es el germen de la corrupción que nos arropa. Los fondos destinados a los desvalidos, necesitados y vulnerables de la sociedad unos cuantos buitres se los reparten cual si se tratara de una fondo privado y lucrativo. Ello con el aval de quien debe velar por su recto uso. Esto es asqueante y merece que quienes así actúan sean llevados a los tribunales y condenados por malversar los bienes públicos.

No podemos quedarnos cruzados de brazos ante semejante injusticia. No debemos seguir siendo silentes ante la gravedad de los hechos acaecidos. A todos nos corresponde evaluarnos, pues quienes están en posiciones de poder fueron allí elevados con nuestro consentimiento y tal vez un voto fanatizado, carente de criterios críticos y juiciosos.

Es igualmente repudiable que se utilicen los medios de protesta para atentar contra el orden y provocar daños a los edificios históricos de nuestra ciudad capital. No podemos caer en la bajeza y canallada de quienes traicionan nuestros principios y valores como pueblo.

Oremos por un Puerto Rico purificado de los buitres carcomeros que lastran nuestra identidad de pueblo solidario y pacífico. Levantémonos y defendamos nuestra dignidad nacional.

Padre Edgardo Acosta
Para El Visitante

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