A finales del siglo 16 el trabajo de los misioneros católicos rendía fruto con varias decenas de miles de cristianos en el País asiático. Con la llegada del emperador Taicosama, se ordenó que los misioneros abandonaran tierras japonesas en 6 meses y que se destruyeran todas las iglesias cristianas. Los soldados fueron en búsqueda de los fugitivos junto con todo el que se atreviera a ayudarlos para apresarlos, torturarlos y asesinarlos. El martirio fue público para amedrentar al pueblo. Fueron 26 los martirizados con la crucifixión en la ciudad de Nagasaki el 5 de febrero de 1597.

El martirio fue cruel y prolongado. Les cortaron la oreja izquierda para pasearlos por espacio de un mes de pueblo en pueblo para amedrentar a los simpatizantes. Al llegar finalmente a Nagazaki, les concedieron su último deseo: confesarse con los sacerdotes presentes que también serían ejecutados. Frente a una multitud los crucificaron amarrándolos con cadenas a maderos. Para añadir  más dolor, ya en la cruz los colgaron por el cuello con argollas de metal.

Ninguno abdicó de su fe, sino que cantaban salmos, predicaban, oraban a viva voz y otros rezaban el Padre Nuestro y Ave María. Para terminar el martirio, los verdugos dieron muerte a punta de lanza. Los 26 mártires fueron declarados santos en el año 1862 por el Papa Pío IX.

Ellos son: (1) San Pablo Miki, natural de Tsunokuni, encaminado al sacerdocio e hijo de un capitán japonés; (2) San Juan de las islas Goto, hijo de cristianos japoneses y educado por los jesuitas; (3) San Diego Kisai, quien laboraba con misioneros jesuitas en Osaka; y (4) San Joaquín Sakakibara, constructor del convento franciscano de Osaka, donde trabajó de cocinero. Además el misionero mexicano (5) San Felipe de Jesús, que fue el primero en ser asesinado de los 26.

También un samurai retirado y convirtido para asistir a pobres, (6) San Pablo Ibaraki, natural de Owari, de la misma ciudad, (7) San Cosme Takeya, era forjador de espadas y catequista. Otro era (8) San Miguel Kozaki, fue uno de los constructores de las iglesias de Kioto y Osaka. Este era padre de (9) Santo Tomás Kozaki, de 14 años. Y (10) San Gabriel que abandonó el servicio de alto oficial y para ser catequista.

Otros de la lista, naturales de Kioto, son: el médico (11) San Francisco de Miako, el carpintero (12) San Francisco, el farmacéutico (13) Santo Tomás Dangui, el fabricante y vendedor de seda (14) San Juan Kinuya; y (15) San Ventura. También (16) San Pedro Bautista, sacerdote, superior de los franciscanos en Japón y  llamado capitán de estos mártires; (17) San Gonzalo García, natural de India, fue catequista,  mercader y mano derecha del capitán; (18) San Francisco de San Miguel, (19) San Francisco Blanco y (20) San Martín de la Ascensión. Estos últimos tres españoles misioneros.

El menor de todos fue San Luis Ibaraki (21) con solo 12 años. Era natural de Owari, sobrino de dos de los martirizados ese día. Estos son (22) San León Karasumaru, constructor de iglesias. Este a su vez era el hermano menor de (23) San Pablo Ibarki, catequista franciscano y encargado del hospital San José en Kioto.

También dos jóvenes, uno que habían enviado a socorrer a los misioneros (24) San Pedro Sukejiro y (25) San Antonio Deynan de 13 años y natural de Nagasaki. Finalmente, un mártir muy peculiar: (26) San Matías. No se conocen datos de él porque los soldados buscaban a un Matías y este se ofreció en su lugar.

(Fuentes: Varias)

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