El pasado 5 de julio, la Parroquia San Francisco de Asís en el Viejo San Juan ofreció una misa en memoria de los 147 años de la muerte del maestro Rafael Cordero Molina. La misma estuvo presidida por el Abad Oscar Rivera del Monasterio San Antonio Abad en Humacao y encargado del proceso de beatificación.
Alrededor de un centenar de feligreses participaron de la celebración para recordar su legado. Esto luego de que el Papa Francisco lo declarara venerable en diciembre de 2014.
La homilía estuvo dirigida a resaltar la obra de este noble servidor. Entre las diversas cualidades que tenía Cordero, el Abad Oscar recordó que: “Era un hombre de fe, hombre de vida. […] Con lo poco que tenía, en una sociedad esclavista, iba por la calle a pedir a las mamás que enviaran a los hijos para educarlos”.
Mientras, en un aparte con El Visitante, el Abad destacó la santidad de Rafael Cordero a quien describió como un hombre entregado a los niños y pobres, pero sobre todo a Dios.
“Decía que amaba a los niños y que no se molestaba en estar con ellos. Vivió toda su vida para los niños y para los pobres. Su propia comida a veces la daba para los deambulantes. Vivió una espiritualidad franciscana profundamente, desde brindar una educación gratuita hasta entregarse a sus semejantes”, subrayó.
Por su parte, Andrés Rodríguez Rubio, presidente del Círculo Maestro Rafael, comunicó que en los últimos 10 años han publicado libros sobre el maestro Cordero que han ayudado a difundir la causa y su vida en Puerto Rico.
Sostuvo que para lograr el paso a la beatificación se necesita un milagro, proceso en el que están trabajando. Aunque no se pueden revelar detalles al respecto, Rodríguez exhortó a los devotos y creyentes a encomendar sus oraciones a la intercesión del Maestro Rafael.
“En situaciones especiales de enfermedad o males semejantes, oren y si tienen un favor o milagro del maestro Rafael Cordero que lo notifiquen inmediatamente a Padre Oscar Rivera de la Abadía de
Humacao”, instó.
Oración al venerable Rafael Cordero
Señor y Dios nuestro, Tú que infundiste en tu Venerable Maestro Rafael, laico puertorriqueño, un ardiente celo por la educación integral de la niñez y una luminosa caridad para con los pobres y con los desamparados, haz que yo sepa también responder con generosidad de servicio a las necesidades de los que me rodean; te pido, si es tu voluntad, que concedas la gracia (pedir el favor) de manera que tu siervo sea elevado a los altares.
Rezar un Padre Nuestro, un Ave María y Gloria (con licencia eclesiástica).
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