El lunes, 10 de octubre nuestra Diócesis se congregó en Aguada para celebrar su cuadragésimo aniversario de fundación. Nos congregamos a las 10 a. m. en el Centro de Espiritualidad Nuestra Señora de la Consolación. Repasemos un poco de nuestra historia.
La Diócesis cubre una gran parte del área oeste, 14 pueblos. Por las costas de esta Diócesis arribó la cruz del cristianismo. En su jurisdicción se conservan cuatro de los centros históricos más antiguos de la Isla: el punto de desembarco de Colón, el Santuario de los Protomártires en Espinar, el Santuario de la Virgen de la Monserrate en Hormigueros, corazón mariano de Puerto Rico, y el Convento Porta Coeli en San Germán, joya arquitectónica colonial, segunda iglesia de importancia histórica en la Isla.
En la primera relación de la Diócesis enviada a la Santa Sede se indica: “La colonización comenzó precisamente por las costas de esta Diócesis y se realizó a la sombra de la fe. El paso de los años nos ha robado muchas cosas, entre ellas esa profundidad de vida cristiana”. Ante esta realidad, Mons. Casiano promovió una “peregrinación cultural y religiosa” por estos y otros monumentos históricos. “Mons. Ulises Casiano decía con orgullo que su Diócesis traza la ruta de la fe de manera muy particular, porque esa fe tuvo sus inicios en territorio de esta nueva, pero a la vez antigua, Diócesis de Mayagüez”.
Erección Canónica
Mediante la Bula Qui Arcano Dei de Su Santidad, Pablo VI del 1 de marzo de 1976 fue erigida la Diócesis de Mayagüez, en la parte occidental de Puerto Rico, “sufragánea de la sede metropolitana de San Juan de Puerto Rico y sometido al Obispo Metropolitano según norma de Derecho”. En la Bula de erección, el Papa Pablo VI expone: “[…] cuando los venerables hermanos Juan Fremiot Torres Oliver, Obispo de Ponce, y Miguel Rodríguez Rodríguez, Obispo de Arecibo, después de oír a la Conferencia Episcopal de Puerto Rico, pidieron con parecer unánime a la Sede Apostólica que, cediendo territorios las diócesis de Ponce y Arecibo, se crea una nueva diócesis, considerando el tema bien planteado y pedida autorización al Venerable hermano Juan Gravelli, Arzobispo titular de Suense y con jurisdicción sobre Puerto Rico como Delegado Apostólico, junto con los venerables hermanos cardenales de la Santa Romana Iglesia al frente de la Sagrada Congregación de los Obispos, decretamos con nuestra autoridad […]” la erección de la nueva diócesis.
Se constituyó la misma segregando nueve municipios de la Diócesis de Ponce (Añasco, Cabo Rojo, Hormigueros, Lajas, Las Marías, Maricao, Mayagüez, Sabana Grande y San Germán) con 17 parroquias; además, cinco municipios de la Diócesis de Arecibo (Aguada, Aguadilla, Moca, Rincón y San Sebastián) con ocho parroquias. En total 14 municipios y 25 parroquias.
Parroquias
En la actualidad la diócesis está constituida por 30 parroquias; 22 de ellas (73.33 %) están regidas por el clero secular o diocesano y 8 (26.66 %) por el clero regular o religiosos.
La Diócesis está ubicada en el oeste con una superficie de 631.6 millas cuadradas de un total de 3,423 millas que tiene la Isla. Abarca, pues, el 18.45 por ciento del territorio nacional. Es la quinta fundada en la Provincia Eclesiástica de Puerto Rico. La diócesis está dividida en tres decanatos o arciprestazgos: Decanato de Mayagüez que comprende todas las parroquias de esta ciudad, las de Añasco y Las Marías.
Decanato de Aguadilla que integra las parroquias de Aguadilla, Aguada, Moca, Rincón y San Sebastián. Decanato de San Germán que abarca las parroquias de San Germán, Cabo Rojo, Hormigueros, Lajas, Maricao y Sabana Grande. Hasta el momento esta división está dando buenos frutos ya que facilita la participación tanto en la programación como en la ejecución de todo el proceso evangelizador.
La mayoría de las parroquias tienen consejos parroquiales que están integrados casi en su totalidad por laicos en representación de los diversos estamentos parroquiales. Las religiosas, donde las hay, también están representadas. La función de dichos consejos ha sido muy valiosa en la pastoral y administración parroquial, porque de esta forma los laicos asumen muy responsablemente su labor y son de ayuda inestimable para la marcha de la Iglesia.
(Padre Edgardo Acosta)