Apóstol del Movimiento y Renovación Litúrgicos de Puerto Rico

Vivió y murió en olor de santidad


Su vida fue Cristocéntrica.

Hace ya 26 años, en junio de 1992, desde que SER Luis Cardenal Aponte Martínez, QDEP, decretara abierto el proceso de canonización luego que la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos aprobara la solicitud NIHIL OBSTAT. Previamente, el 19 de marzo de 1991, en reunión de la CEP, ya los Obispos de la Isla habían manifestado su simpatía con la Causa por la solidez de la misma.

Muchos se pudieran preguntar el porqué de la canonización de Chali, laico de alta ejemplaridad cristiana; ejemplo de virtudes teologales; de amor al prójimo y a la misma Santa Madre Iglesia al igual que ejemplo de una existencia enmarcada por los evangelios y la enseñanza de los Vicarios de Cristo.

La contestación la encontramos entre las respuestas al interrogatorio a los 38 testigos en el proceso informativo sobre la vida, las virtudes y fama de santidad del Siervo de Dios.

Vale la pena escoger la del Testigo núm. 1 – José M. Rodríguez Santiago, O.S.B. (Primer Abad Puertorriqueño) y hermano carnal del Siervo de Dios pues lo resume todo:

“Aunque estoy moralmente seguro de su santidad (si él no, ¿quién?) deseo que sea canonizado por el bien de la Iglesia, por el bien de Puerto Rico, por el bien del laicado católico, para edificación de la gente sencilla y humilde como él, para que sirva como modelo de lo que Dios puede hacer en todo el que le ame y como confirmación de que “la fuente primaria e indispensable del verdadero espíritu cristiano es la participación de los fieles en los sacrosantos misterios y en la oración solemne y pública de la Iglesia…”, frase esta del Papa San Pío X, que el Beato no se cansaba de repetir.

San Juan Pablo II, el 29 de abril de 2001, en la Plaza de San Pedro en su homilía al beatificar a nuestro Primer Santo puertorriqueño expresó:

Él puso de relieve la llamada universal a la santidad para todos los cristianos y la importancia de que cada bautizado responda a ella de manera consciente y responsable. Que su ejemplo ayude a toda la Iglesia de P.R. a ser fiel, viviendo con firme coherencia los valores y los principios cristianos…”. 

Ciertamente, Carlos Manuel fue un laico de una visión clara y amplia de la Iglesia. Se adelantó al Concilio Vaticano II, a la “Nueva Evangelización” del hoy San Juan Pablo II al igual que a las conclusiones y recomendaciones de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de mayo de 2007 en Aparecida, Brasil. Recordemos que el hoy Obispo Emérito de Roma, Benedicto XVI, en el Santuario de la Virgen de Aparecida nos hizo un llamado en virtud de nuestro bautismo, a “ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestro pueblo en Él tenga vida”.

Como una radiografía de la vida apostólica de Carlos Manuel, SS Benedicto XVI explicó que ser “discípulos y misioneros” conlleva seguir al Hijo de Dios, vivir en intimidad con Él, imitar su ejemplo y dar testimonio.

Precisamente así lo expresa nuestra Conferencia Episcopal Puertorriqueña (El Visitante, Edición #7, 2018, página 4) – “Carlos Manuel un laico en salida misionera a través de visitas, diálogos, reflexiones, cartas y de su vida sacramental.

Para los años 40 y 50 Chali realiza su publicación Cultura Cristiana, lleva a cabo sus “Días de Vida Cristiana” en los que fue enseñando y difundiendo la espiritualidad litúrgica, publica la revista Liturgia redactada y publicada por él desde el Centro Universitario Católico y en Caguas y en Río Piedras tenía su Círculo de Liturgia.

En el año 1958 Carlos Manuel cambió el nombre de la agrupación universitaria que él dirigía a Círculo de Cultura Cristiana en lugar de Círculo de Liturgia porque él entendía que este nombre tenía mayor alcance y se ajustaba mejor a la naturaleza del estudio y acción que él tenía en mente. En su breve exposición de lo que debía ser el Círculo de Cultura Cristiana, al describir la clase de católico que necesita nuestra sociedad, sin darse cuenta, Chali, se estaba describiendo a sí mismo. Veámonos en “el espejo de nuestro Primer Beato Puertorriqueño” al este definir un católico:

Un católico

que vivía en el presente 

despierto al mundo actual. 

Un católico

futurista en el sentido espiritual,

cristiano y escatológico

Un católico

del presente, 

que sabía nutrirse

del presente

y del pasado

pero con los ojos puestos

en el futuro. 

Un católico

para quien el futuro 

ha comenzado ya

por la gracia

que es la semilla

de la gloria.

Un católico

de piedad litúrgica

bíblica

ascética

y mística.

Un católico

enamorado de Cristo

que vivió 

para conocer a Cristo

y darlo a conocer,

para amar a Cristo

y hacerlo amar.

La vida de nuestro Beato Carlos Manuel es sin duda alguna un modelo claro para cuantos se sientan llamados por Nuestro Señor Jesucristo y del Obispo de Roma, Francisco, a salir a las periferias y desempeñar ese rol al servicio de la Iglesia y de los hermanos que es la evangelización.

En nuestro Año mariano para el discernimiento, elevemos una oración a nuestra Patrona la Virgen del Perpetuo Socorro para que mediante su intercesión sea pronto canonizado siendo nuestro Primer Santo Puertorriqueño el Beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago – para que “Brille su luz ante los hombres, de modo que, al ver sus buenas obras, glorifiquen a su Padre del Cielo”, (Mt 5, 16).

P.E.N.

Diócesis de Arecibo

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