Aunque son muchas las historias sobre la simbología de los anillos, a ciencia cierta se desconoce su origen. Entre sus múltiples funciones se conoce que desde tiempos antiguos los cristianos adaptaron su uso como símbolo de alianza y compromiso mutuo, bien sea con la pareja o con Dios.
Por ejemplo, el anillo pastoral de los Obispos y Arzobispos destaca su calidad de legítimo sucesor de los Apóstoles y de administrador de la Diócesis en la que son Pastores. Los Cardenales portan el anillo cardenalicio, otorgado por el Papa como signo de dignidad, de solicitud pastoral y de más sólida unión con la Santa Sede. Mientras que el Santo Padre recibe el anillo del pescador, cuyo nombre se debe al oficio de San Pedro, considerado primer Papa de la Iglesia Católica.
De otro lado, algunas órdenes de monjas y religiosas utilizan el anillo, que según San Ambrosio fue una costumbre aceptada para las vírgenes consagradas a Dios. La Hna. Widalys Meléndez Torres de las Hermanas Misioneras del Buen Pastor, explicó que en su congregación “el anillo que se recibe el día de la profesión perpetua significa la alianza que se hace entre ese Alguien que es Jesús y todo mi ser. El anillo en muchos casos lleva grabada la fecha del día de la alianza. Es el signo de pertenencia a Aquel que nos llamó y amó incondicionalmente”.
Sobre el ritual detalló que se utiliza el destinado para las consagradas pero que cada comunidad religiosa integra signos que lo hacen diferente y que hay congregaciones que no lo usan.
En el caso de los matrimonios, Padre Phillip Núñez, vicario de familia de la Arquidiócesis, afirmó que el anillo “es un símbolo del pacto entre dos personas”. Contrario al inglés que se dice “recibe esta sortija”, en español, cuando se intercambian los anillos en una boda se dice: “Recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad por ti” en la que dos personas se comprometen a crear una unión permanente.
Además de ser común en la ceremonia de coronación de algún rey, el mismo se le puede otorgar a un representante del Estado. Una que así lo experimentó el pasado 19 de abril, fue Jenniffer González Colón, comisionada residente en Washington, al recibir el anillo episcopal de parte de Mons. Roberto González, Arzobispo de San Juan.
“Recibo este anillo con mucha humildad y sorpresa, pero también con un estricto sentido de responsabilidad histórica con la misma que lo recibió Ramón Power, el Comisionado Residente y pasado gobernador, (Aníbal Acevedo Vilá) y la que yo ahora acarreo. Y que lo devolveré tan pronto culmine mis funciones con el favor de Dios y la Virgen”, afirmó González con el anillo en el dedo meñique de su mano derecha reconociendo su valor histórico.
(Fuentes: Varias)