P. Miguel García, C.SsR.
Al cumplirse este primer año de tu partida ha sido grande el vacío que nos dejaste y que solo Dios ha podido llenar. Todos los días, te hemos extrañado tanto y recordamos momentos hermosos vividos a tu lado. La última actividad que compartimos, el 7 de enero de 2017, nuestro 50 aniversario de bodas, nos marcó inmensamente, pues te las ingeniaste para sorprendernos con una linda celebración Eucarística, y una fiesta con nuestra familia; misioneros redentoristas y tantos otros amigos.
Desde que tenía uso de razón, siempre uno al lado del otro, por ser tú el que me seguías en edad cronológica. Vivimos tantos momentos felices, aunque con bastante estrechez económica. Nuestros padres siempre nos inculcaron los valores del Reino de Dios.
Nos separamos en el año 1962, cuando te marchaste al seminario, para iniciar estudios dirigidos a tu vocación sacerdotal. Durante ese tiempo te extrañábamos mucho, pero estábamos contentos por tu entrega a la vocación.
El 30 de junio de 1972, fuiste ordenado sacerdote redentorista en la parroquia San Carlos Borromeo de Aguadilla. Viviste tu vocación con pasión, anunciabas con autoridad la Buena Nueva, pero denunciabas con fuerza, lo que iba contra la causa de Jesús. En tus parroquias en Puerto Rico, República Dominicana y Casa Cristo Redentor; profesaste amor, dedicación y entrega. Eran notables tu carácter fuerte, sensibilidad, ternura y cercanía. ¡Cómo te extrañamos! Dirigías, pero eras uno más en tu equipo de trabajo. Siempre estuviste pendiente de las necesidades de los marginados y abandonados.
Gracias amado hermano, te distinguiste como párroco y te esmeraste en otras responsabilidades como promotor vocacional, formador de estudiantes, director espiritual y compañero de camino de los misioneros laicos redentoristas. Te creciste como ecónomo de la provincia de San Juan y como administrador de los Colegios Redentoristas.
El 23 de febrero del año pasado cuando cumplirías el 45 Aniversario de ordenación sacerdotal, caíste gravemente enfermo, el 13 de marzo de ese año nuestro Padre Dios te llamó a celebrar con Él tu pascua. Hoy, a 1 año de tu partida, continuamos extrañándote, lloramos tu ausencia. La fortaleza que nos viene del Señor, y tu bendición nos ayudan a continuar adelante tratando de hacer lo que con todo amor nos enseñaste. Siempre vivirás en nuestros corazones; los seres especiales que han dejado profundas huellas, como lo hiciste tú, nunca mueren.
¡Te amamos y amaremos eternamente!
Luz M. García, MLR
Ángel E. Conti, MLR