Muchos recuerdan el sonido de las cuentas del rosario por los pasillos del antiguo Hospital de la Concepción. Cuentan mujeres que en la sala de partos, una hermana recibía a las pacientes, consolando, dando ánimo, fortaleza. Muchos niños eran inscritos con los nombres dados por las hermanas. En un salón de conferencias o en una clase, una enfermera enseñaba que el paciente no es un número o una cama; es un ser humano que tiene la dignidad que Cristo dio: hijo de Dios y había que conocerlos por sus nombres.

Todavía se habla de la disciplina impartida por unas consagradas a la hora de estudiar enfermería práctica. En el cuarto piso todos los días iba una mujer diciendo: “Buenos días nos dé Dios”, y con alegría visitaba los cuartos de los pacientes para llevar el pan de la Palabra y la ayuda eficaz de una enfermera consagrada.

En la capilla veías a una hermana callada orando y laborando para que la casa de Dios estuviese digna del aposento de un rey. Decía mi abuela que las “monjas” subían en un Jeep a evangelizar a la comunidad del Barrio Caín Alto. Esas mujeres, esas enfermeras, esas consagradas, esas maestras, esas misioneras eran unas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl quienes durante 133 años engalanaron la Ciudad de San Germán, dándole a nuestro pueblo un lugar privilegiado en la historia de la enfermería en nuestro país; un servicio humano y cristiano, pieza fundamental en la formación cristiana de nuestro pueblo. Son los agentes secretos o silentes que llevan a Cristo en los labios, en las manos y en el corazón, y lo ven en la carne doliente del hermano. Ellas son las Hijas del amor, Hijas de la Caridad.

¿A cuántos asistieron en la enfermedad, en momentos de prueba, en la alegría de un parto, en la partida de un familiar? ¿Cuántos sentían la confianza de pedir ayuda a las hermanas? No importaba la hora porque la casa de hermanas en el hospital estaba a la disposición del pueblo, de las necesidades de las almas y de los cuerpos, porque sabían que jamás serían rechazados. Los que hemos recibido la gracia de ser formados por ellas y recibido el espíritu vicentino que ellas encarnan, hoy damos infinitas gracias por el regalo del carisma Vicentino en el mundo y en especial en nuestra Ciudad de San Germán.

El 28 de abril, en una hermosa celebración eucarística realizada en la Parroquia San Germán de Auxerre, en honor a la entrega de amor y servicio de las Hermanas en la Cuidad Fundadora de Pueblos, el pueblo honró a las Hijas de la Caridad vivas y difuntas que dejaron todo para servir a Cristo en el pobre. Las Hijas de la Caridad hacen vivo su lema “El Amor de Cristo nos Urge” (1 Cor 5,14) y nosotros somos testigos de eso. Son obreras silenciosas que llevan a Cristo a todas partes, lo llevan y lo cuidan en una cama de hospital y una sala de clase, dándole comida al sin techo, alegrando el día con un saludo. Durante un compartir después de la Misa Sor Lilliam Marrero H.C. insistió que ahora le toca al pueblo sangermeño y a todos los que bebimos de la fuente de las Hijas de la Caridad seguir luchando por los pobres, por esos que no tienen voz en nuestra sociedad, recordando que son Cristos vivos.

El sábado, 30 de abril  de 2016 la misión de las Hijas de la Caridad en la Cuidad de las Lomas cerró sus puertas. Con su partida, hay muchos sentimientos encontrados; pero sobresale el respeto, el amor y el agradecimiento a cada Hija de la Caridad que desgastó su vida en los cuartos de los enfermos, enseñando al personal del hospital cómo es que se sirve al hermano enfermo, que es Cristo vivo (Mt. 25 ,34-40), y en las misiones de evangelización en los campos y en la ciudad. El cierre de la  misión fue celebrado con una hermosa Eucaristía presidida por Padre Faustino Burgos C.M., director espiritual de las hermanas y sacerdote de la Congregación de la Misión, una de las ramas de la familia vicentina.

La historia contemporánea del pueblo sangermeño (por 133 años) y puertorriqueño está escrita con el acompañamiento de las Hijas de la Caridad. Miremos un momento los pequeños detalles que parecen pasar desapercibidos. La gran devoción a la Medalla Milagrosa y al Sagrado Corazón de Jesús. Demos un vistazo por las casas, y los cementerios, veamos las oraciones y devociones de nuestro pueblo. La Virgen María se le apareció a Santa Catalina Laboure, una Hija de la Caridad y le pidió hacer una medalla: La Medalla Milagrosa; llamada así por los milagros que concedía a quienes la llevaban en su pecho y solicitaban las gracias necesarias con fe. La Asociación de las Hijas de María, muy famosa en todo Puerto Rico, es una petición de la Virgen María a Santa Catalina Laboure. La Virgen María quería una asociación de jóvenes; en un principio era solo de niñas, hoy día es una asociación de jóvenes con el nombre de Juventud Mariana Vicentina, aunque en muchos pueblos todavía se llama Hijas de María. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es de la Iglesia Universal pero de una manera particular para las hermanas pues su fundadora, Santa luisa de Marillac, era muy devota del Sagrado Corazón y sus hijas también.

Si miramos la historia de la enfermería y las obras de caridad en nuestro país vemos que comenzaron de la mano de ellas. Antes que existieran centros de cuidados de ancianos sostenidos por el gobierno ellas cuidaban a nuestros ancianos. Antes que existiera el Departamento de la Familia ellas tenían casas para niños sin hogar y hasta construyeron colegios católicos para garantizar una educación de calidad para las internas y los pobres; un ejemplo vivo es el Hogar/Colegio la Milagrosa en Arecibo. Y cuántos adultos hoy son profesionales exitosos gracias a las becas ofrecidas en sus colegios. Las primeras enfermeras y maestras de enfermería en Puerto Rico fueron Hijas de la Caridad.

Hoy elevamos una oración por la familia vicentina como don de la Iglesia para el mundo. Nuestra Iglesia puertorriqueña por gracia de Dios seguirá gozando de las Hijas de la Caridad en Ponce, Yauco, Arecibo, Manatí, Santurce, Caimito, Loíza y en el Hospital Auxilio Mutuo. Oremos por las vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal.

“El amor es inventivo hasta el infinito”. San Vicente de Paúl

(Xiomara Santana Ramos)

1 COMMENT

  1. Soy la autora del escrito. Quiero aclarar que hay un error en la fecha de partida. Los eventos son a fines de abril 2016. Disculpen el error. Gracias por publicar el artículo. Dios les bendiga.

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