Luego de la celebración de sus 90 años y de unas cortas vacaciones en el Hospital, este querido miembro de la Comunidad Eclesial Dulce Nombre de Jesús, fue a morar a la Casa del Señor. Sadot, quien desde que vivió su encuentro con el Señor hacia el 1967 abrazó la fe católica con una conciencia social vivida, compartida y testimoniada, en diversas formas y proyectos. Su gran sentido de pertenencia eclesial y sus talentos personales, entre los que resaltaban su generosidad y jovialidad, hicieron de Sadot un hermano cercano y dispuesto a servir espontáneamente, al estilo del buen samaritano.

Un testimonio inolvidable de Sadot fue su gran amor por “Paquita”, siempre juntos en la Iglesia, en la Eucaristía y en los proyectos sociales en los que participaban. Aquella pareja matrimonial, acompañada de la dignidad de abuelitos queridos que nos deja el tiempo y sus huellas; era común en la vida parroquial de la Comunidad Dulce Nombre de Jesús, en Humacao. Con Paquita, quien partió antes lo que le ocasionó un gran vacío, también estaban sus hijos y nietos a quienes amó con pasión y entrega paternal, incluyendo su espíritu de sacrificio. Testimonio de matrimonio y familia cristiana que recordaremos siempre en la Concatedral Dulce Nombre de Jesús.

Además de participar por muchos años en el Consejo Parroquial de Pastoral y en las actividades de su Capilla San Pedro y San Pablo, en el Caserío Roig, fueron diversos los proyectos pastorales y sociales que recibieron la impronta, el espíritu gerencial, el servicio y el esmero de Sadot. Cabe destacar su participación en Guerra Contra el Hambre de Caguas, en La Fondita de San Vicente de la Parroquia María Reina de la Paz, La Casita de la Parroquia Dulce Nombre de Jesús, La Casa de Todos en Juncos y el Hogar de Ancianos San Vicente de Toa Baja. Así trascendió su vida apostólica y social, no solo en su propia parroquia, sino también aportando y sirviendo en diversos proyectos sociales diocesanos y extra diocesanos. El gran vehículo e inspiración de servicio fue la Sociedad de San Vicente de Paúl, conocida como “Los Vicentinos” y su espiritualidad de amor y de entrega por los pobres, como diría hoy el Papa Francisco, “los descartados de la sociedad”. ¡Cómo no recordar a Sadot, tocando puertas y corazones, buscando ayuda económica para adquirir una nevera para una familia necesitada o pidiendo una aportación para completarle el pago de la factura del agua o la luz a alguna familia!

Y Sadot, que siempre fue “Sadot”, supo irse a morar con el Señor, justo, el Viernes Santo. Así se fue aspirando como el buen ladrón ser acogido por el Hijo de Dios que expiró en la Cruz, y que pronunció aquellas singulares palabras: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Luego de la Solemnidad del Triduo Pascual, familiares y amigos, y feligreses de la Concatedral Dulce Nombre de Jesús y de otras comunidades parroquiales, se reunieron el Lunes de Pascua en la Santa Eucaristía para despedir a un hermano y a un apóstol social que fue verdadero testigo de la misericordia del Padre. ¡Qué descanse en paz, Sadot Santana: Apóstol Social y testigo alegre de la fe católica!

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