Signo de Dios del Carmelo
“Apareció una nubecilla como la palma de una mano, que sube del mar”, (1 Re 18, 44).
A orillas del Mar Mediterraneo en la ciudad costera de Haifa de Israel se encuentra el Monte Carmelo, última cima de una cadena de montañas que surgen desde la región de Samaria en Tierra Santa hasta hundirse en el Mar. Su belleza natural sobresale en la zona de tal forma que el mismo nombre de Carmelo, que proviene del hebreo Karmel, quiere decir jardín. Como otras montañas de la Tierra Santa, la cima del Monte Carmelo cuenta con un significado religioso y bíblico abrumador.
El primer libro de los Reyes (Cap. 18) relata el drama de la sequía feroz que azotó a las tribus de Israel y el desenlace de la historia en el Monte Carmelo. El Rey Ajab se casó con Jezabel, que adoraba al dios Baal. El Rey junto con muchos israelita siguió a la reina en sus creencias paganas. El profeta Elías los culpó por la sequía a consecuencia de seguir al falso dios y retó a los 450 sacerdotes baales a que hicieran un holocausto y el cielo le respondiera. Los sacerdotes paganos fallaron.
Elías hizo lo propio, sacrificó el novillo y pidió inundar la leña con agua tres veces. Oró a cielo y “cayó el fuego de Yahvé, que devoró el holocausto y la leña”. El profeta subió a la cima del Carmelo y oró a Dios. Apareció la señal: “una nubecilla como la palma de una mano, que sube del mar”. Con ella, la lluvia que terminó la sequía. Esta teofanía (manifestación de Dios) aconteció en el Monte Carmelo.
Luego en la era cristiana, el Monte junto al Mar se convirtió en un lugar sagrado donde ermitaños vivían y se dedicaban a la oración y estudio de la Palabra. Estos fueron llamados carmelitas en alusión al lugar. Desde sus inicios los ermitaños señalaron a la nubecilla bíblica como un signo de la fecundidad de Dios y como una alusión profética de la Virgen María. Oraban a la Santísima Virgen del Monte Carmelo y la imagen de la Virgen contenía el símbolo de la nube y el mar. Para el siglo XIII el Patriarca de Jerusalén les pidió a los carmelitas formalizar su estilo de vida y nació la orden religiosa de los Padres Carmelitas que se extendió por todo el orbe y con ellos la devoción a la Virgen del Carmen.
Desde las orillas del Mediterráneo, la devoción a la Virgen del Carmen llegó a España y luego a las costas del archipiélago borincano donde es una de las mayores devociones marianas. En las 6 Diócesis de Puerto Rico hay 20 parroquias, un Santuario Diocesano y 8 pueblos que tienen a Ntra. Sra. del Carmen como protectora. La Diócesis de Fajardo-Humacao la tiene como patrona secundaria. La devoción se encuentra tanto en la costa como en la montaña. Por ello, las procesiones marítimas, laguneras o por las calles con escapularios e imágenes de la Virgen del Carmen son la orden del día cada 16 de julio.
La familia carmelitana, que comprende sacerdotes y frailes carmelitas, hermanas carmelitas -de vida contemplativa- y terciarios carmelitas, ha dejado huellas profundas en la historia de la Iglesia en Puerto Rico. Tanto es así que desde el 2020 uno de los hijos del Carmelo tiene a cargo el cuidado pastoral de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Mons. Luis F. Miranda Rivera, O.Carm., Obispo.
A principios del siglo XIX, tras la llegada de la era industrial y la Primera Guerra Mundial, Mons. Guillermo A. Jones -Obispo- invitó a los padres carmelitas a trabajar en la vida pastoral. El primer lugar de llegada de los padres carmelitas fue a Vieques y Culebra. De ahí pasaron a otros pueblos de la Isla donde su labor pastoral ha sido prominente y encomiable.
El paralelo del Monte Carmelo en suelo boricua sería un monte conectado a la Cordillera Central y del que se pueda apreciar el Mar Caribe. Existe y es el Santuario Diocesano Ntra. Sra. del Carmen, conocido como Montaña Santa. Las similitudes son varias, son montañas muy cerca del mar, con santuarios, lugares de contemplación, de naturaleza exuberante y son epicentros de la devoción mariana. Cuando se disipa la niebla se puede apreciar las costas de Yabucoa y Naguabo junto con las islas municipio de Vieques y Culebra. Por el lado norte, también se puede apreciar en un día claro el área metropolitana.
Dogmas marianos
María es la primera discípula y siempre señala a Jesús. Hablar de María es formarse en su devoción. Aquí cuatro claves y dogmas marianos que todo católico debe conocer. Primero, el dogma de la Inmaculada Concepción de María, que “en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios […], preservada inmune de toda mancha de culpa original”, (Bula Ineffabilis Deus, 8/dic/1854). Segundo, el dogma de la Perpetua Virginidad de María “incluso en el parto del Hijo de Dios” y “‘lejos de disminuir consagró la integridad virginal’ de su madre”, (Catecismo, 499).
Tercero, María, Madre de Dios. Es la madre de Jesús, Dios Hijo encarnado quien no puede separarse de su divinidad. El Concilio de Éfeso definió: “Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porqué parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema”. Cuarto, la Asunción de la Virgen María. “Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”, (Constitución Munificentisimus Deus, 1/11/1950).
Enrique I. López López
Twitter: @Enrique_LopezEV