Un jovencito afroamericano sereno y amante de la crianza de palomas, llamado Michael Gerald, custodiaba a un polluelo en sus manos. Un compañerito bravucón con ánimo irreverente llegó, le arrebató la paloma de las manos para matarla y retarlo a una pelea mano a mano. Ese momento violento y otras circunstancias desdichadas transformaron a aquel jovencito en una maquina de violencia física y psicológica a tal punto que el mundo del boxeo años más tarde temblaría solo con su nombre. Es la historia que el propio Mike Tyson relató en la plataforma YouTube.

“¿Qué cambiarías de alguna de tus peleas?”, le preguntaron al campeón ya retirado. “No ofender a mis contrincantes”, dijo con voz entrecortada, serena y arrepentida. El mismo boxeador que hace década y media era un símbolo de la violencia física y psicológica dentro y fuera del ring con peleas callejeras, encarcelamientos, altercados, estilo intimidante, feroz y hasta con la icónica mordedura de oreja como un acto ilegal contra otro boxeador. Era tan violento que fue apodado el boxeador más temido. A esto se suma sus excesos y vicios para malgastar dinero… Una quiebra en el 2003 y su retiro en el 2005 lo obligaron a apartarse del círculo vicioso de la violencia y el derroche. Solo la paz y el tiempo lograron sanar aquel momento determinante y detener tanta violencia en su vida. Poco a poco la serenidad primera y un corazón arrepentido comenzaron a reclamar lo que se daba por perdido.

Puerto Rico vive la violencia y aunque algunos reclamen victoria, poca cosa se ha modificado de las actitudes y sectores que llevaron al País a la quiebra. Urge un momento de cambio, un cese a la violencia, una rogativa con banderas de paz, un rosario fervoroso, una consagración de las calles, una oración sincera con rodilla en tierra y un clamor al cielo para que la serenidad se pueda levantar como el amanecer para cubrir esta bendita tierra. Repetir y repetir para que el ejemplo y el tiempo hagan lo propio. El campeón retirado da cátedra de que la conversión es posible y es prueba de que la paz subyace en el corazón silenciada por la violencia. Que el camino sinodal marque las claves y el sendero de paz que todos anhelamos.

Enrique I. López López

e.lopez@elvisitantepr.com 

Twitter: @Enrique_LopezEV

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