En medio de nuestro camino cuaresmal, nuestra queridísima Hna. Matilde Ureña Palacios escuchó la voz del Amado: “Levántate, amada mía, paloma mía, ¡ven!, el invierno ya pasó y la lluvia cesó”. Y ella, que tanto suspiró por ese momento, abrazada a la Virgen, se durmió en los brazos de la Madre Iglesia, rodeada de sus Hermanas, el día 22 de febrero, jueves sacerdotal y fiesta de la Cátedra de San Pedro, a sus 82 años de edad, para despertar en los brazos, llenos de ternura de Papá Dios.
En sus 64 años de vida consagrada, al amparo de la Virgen, vivió a la escucha de la Palabra hecha carne, haciendo vida el Mandato Nuevo del Amor. En el marco del lema de nuestra Diócesis: “Abraza a Jesús, sé discípulo misionero”, Matilde abrazó y se dejó abrazar por la ternura de Dios. Con corazón misionero, desde muy joven, sintió pasión por las misiones, siendo su sueño ir a África, más el Señor le tenía destinada otra misión en el Caribe, en nuestra isla de Puerto Rico, la que hizo suya, en la cual vivió más de 50 años, dejando atrás su tan amada tierra andaluza, su pueblo natal, Fuente Vaqueros, en Granada, España.
Siendo religiosa, trabajando en Madrid en la Mutual del Clero, observando lo expuestos que estaban los sacerdotes, sintió el deseo profundo de ofrecer su vida por ellos y abierta siempre a lo que el Señor le pedía, luego de consultarlo con su director espiritual, hizo su acto de ofrenda un 9 de junio de 1963. De ahí su gran lema: PRO EIS, fundamentado en el texto evangélico de la oración sacerdotal de Jesús en Juan 17, 19: “Por ellos me consagro”.
Como buena andaluza, vivió con alegría y mucho garbo cada etapa de su vida, tanto en la misión directa con los enfermos, como luego en su apostolado como mujer contemplativa, en una vida escondida, sin brillo ni aplausos, donde por muchos años ejerció como formadora.
Ante el sufrimiento y el dolor, unida al sacrificio de Cristo, con corazón alegre decía: ¡por ellos, Señor…! Y oraba por la Iglesia, por el Papa, por toda la humanidad… y, de manera especial por su familia a quien quería con locura. Desde su cama, seguía transmitiendo una gran paz y no se quejaba de nada. Amaba y se dejaba amar… ¡Cuánto gozábamos con sus cantos, ya fueran religiosos o graciosos, pues nunca perdió su sentido del humor!
Tantos años de ofrecimiento por los sacerdotes, el Señor los coronó poniendo su sello final, al llamarla a las moradas del Cielo un jueves, día preeminentemente eucarístico y sacerdotal, en la fiesta de la Cátedra de San Pedro, donde recordamos y oramos por el Papa, Pastor universal, que anima la vida ministerial de la Iglesia.
Ella fue ¡un regalo muy especial y hermoso! para nuestra comunidad de Hijas de Santa María de la Ternura!, y por eso, le damos gracias a Dios por haberla dejado todos estos años entre nosotras.
Estamos de fiesta, celebrando con profunda alegría su Pascua
Agradecemos profundamente a todos los que, con tanto amor, nos han acompañado en la Celebración de la Pascua de la Hna. Matilde, especialmente a Mons. Eusebio, Obispo de Caguas; Padre Rubén González, Obispo de Ponce; a nuestro párroco Padre Feliciano Rodríguez; al Padre Mateo Mateo, quien fue director espiritual de ella y tantos otros sacerdotes, religiosos, religiosas, familiares y amigos.
A toda la comunidad parroquial de El Salvador, por su dedicación y cariño, ¡gracias, gracias!
Amadísima Hna. Matilde, ya vives sumergida en el amor trinitario, en su luz maravillosa… donde esperamos encontrarnos contigo y con Hna. María Jesús algún día.
Disfruta para siempre de ese dulce encuentro.
(Hijas de Santa María de la Ternura o Hermanas de la Ternura)