Seung Beom Cho, un adolescente surcoreano, rompió el récord mundial para resolver el Cubo de Rubik en octubre de 2017. El video corto evidencia la rapidez de dedos con la que consiguió resolver el rompecabezas en forma de cubo en tan solo 4.59 segundos. Solo contó con 15 segundos reglamentarios para analizar y luego comenzar. Algunos dirían que es un muchacho genio y puede que lo sea. Pero, ¿acaso lo que popularmente se conoce como inteligencia responde a un solo factor?

El mundo no es cuadrado. Lo cierto es que la inteligencia no es tan fácil de medir como otorgar un récord o colocar una nota “A”.  Mientras algunos teóricos sugieren la existencia de múltiples inteligencias, distintos factores, diversas formas de aprendizaje. Esto claramente contradice lo que por siglos se creyó como la inteligencia (en singular).

La Real Academia Española define el término como esa capacidad de entender, comprender o solucionar problemas. Para Sor Amárilis Rosario Santos, O.P., psicóloga clínica, la inteligencia no solo tiene que ver con determinadas destrezas, sino también con experiencias. “La inteligencia se asocia mucho con el conocimiento y con la comprensión de esos detalles o de ese conocimiento al cual nos acercamos. Muchas veces catalogamos que una persona inteligente es aquella que posee una habilidad y una destreza y se añade experiencia en diversas áreas o conocimientos del saber humano”, describió.

La educación hasta el siglo 20 se basaba en que la persona era inteligente si se destacaba sobre el promedio en la ejecución lingüística o matemática; con un alto coeficiente de inteligencia (conocido como IQ) o retórica impecable. De ahí, según indicó Sor Amárilis, surgieron los exámenes de inteligencia.

La teoría de las inteligencias múltiples establece que no hay una sola forma de aprendizaje, sino multiplicidad de formas. Fue Howard Gardner, psicólogo, quien dedicó una serie de investigaciones en el análisis cognitivo y formuló la teoría de las inteligencias múltiples presentada para el 1983 en su libro Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligenses. Su teoría propone las siguientes clases de inteligencia:

1. lingüístico-verbal (dominio del lenguaje)

2. lógico-matemática (conceptualizar, lógica y símbolos)

3. visual y espacial (observar desde diferentes perspectivas)

4. Musical

5. corporal cinestésica (coordinar movimientos corporales)

6. interpersonal (inteligencia social)

7. intrapersonal (conocerse a sí mismo)

8. naturalista (sensibilidad al mundo natural)

Inicialmente presentó siete y luego añadió la inteligencia natural. Junto a su equipo de investigación de la Universidad de Harvard, posteriormente Gardner identificó 12 clases de inteligencia. Adicional a las ocho mencionadas inicialmente se suman:

9. emocional

10. existencial (meditación)

11. creativa (innovación)

12. colaborativa (metas y trabajo en equipo)

Así se propuso la posibilidad de un cambio en los ángulos de cómo se aprende. Con nuevas formas de aprendizaje y nuevas destrezas a desarrollar, significaría que cada persona puede ser muy inteligente en determinada área y en otra no. “Eso es algo revolucionario. No solamente está esa inteligencia ‘tradicional’ por decirlo así, en la que el estudiante recibe información, la capta, la memoriza y luego la repite. El -Gardner- propuso que la vida humana requiere el desarrollo de varios tipos de inteligencia”, sostuvo la también religiosa sobre el cambio de paradigma.

Entonces, ¿qué sucede con las personas brillantes que no tienen éxito? La psicóloga señaló la teoría para encontrar la respuesta. “El ejemplo clásico, el estudiante que se gradúa quizás de la universidad con suma cum laude, había sacado 4 puntos en todas las materias, se emplea en una empresa y no tiene éxito. No sabe cómo relacionarse con los compañeros. Cuando no le dan las herramientas que él dominaba, se bloquea, se paraliza porque no tenía control de sus impulsos. Es una persona con expediente brillante, pero no puede ejercer lo que estudió. ¿Qué pasó? Ahí entra el concepto de inteligencia emocional”, detalló.

Cabe destacar que Daniel Goleman, periodista y psicólogo estadounidense, popularizó y profundizó en el tema con su libro titulado Inteligencia emocional (1995). Explicó Sor Amárilis que el ser humano tiene de forma innata la capacidad de enfrentar la situación con otras herramientas, no solamente con los conocimientos adquiridos o aprendidos. “Ahí entra la sensibilidad, la intuición, los sentimientos, las emociones y la motivación. Básicamente, en la inteligencia emocional el eje central es estar motivados: motivados para…, motivados a…, motivados en…”, resumió en palabras sencillas.

Concluyó la psicóloga que si es cierto que cada persona piensa y aprende de formas distintas, el rol del guía o maestro será ayudar a descubrir cómo poder utilizar los distintos elementos disponibles para desarrollar al máximo cada inteligencia del discípulo o alumno. Más allá de las inteligencias, el esfuerzo y la voluntad serán necesarios para alcanzar cualquier meta establecida, sea pequeña o colosal.

 

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here