(Contribucción remitida por el Abad Oscar Rivera, OSB y aprobada por la postuladora de Roma)
Marcos Gabriel es un joven de 24 años que nació con una condición congénita llamada Wiskott Aldrich Syndrome. Como consecuencia su sistema inmunológico es incapaz de protegerlo de infecciones y algunas enfermedades. A lo largo de su vida batalló con muchas complicaciones, pero gracias a las oraciones y el cuidado de muchos profesionales de la salud, Marcos sobrevivió.
El Señor lo libró de muchas crisis de salud que otros niños con su condición no han superado. Una de las complicaciones de este síndrome es que su sistema inmunológico puede atacar sus órganos y tejidos como una respuesta autoinmune. En enero de 2015 desarrolló una vasculitis (inflamación de sus vasos sanguíneos) que afectó gravemente sus riñones y desarrolló insuficiencia renal requiriendo hemodiálisis. Por recomendación médica le administraron quimioterapia para disminuir la respuesta autoinmune, reducir el daño de sus riñones y prevenir que se deteriora más su función renal. Marcos pudo superar esta crisis.
Todo parecía haber quedado atrás y Marcos continuó su vida agradecido del Señor por otra oportunidad. Pero en el mes de abril enfrentó la mayor de las batallas tuvo que pelear por su vida, comenzó a tener dolores fuertes en su cuerpo que no se aliviaban, la mayor parte del tiempo estaba cansado y adolorido. En mayo fue hospitalizado por presentar disartria (dificultad para hablar) y debilidad en sus brazos y piernas. Un MRI de cabeza reveló que tenía una pequeña lesión en el área frontal de su cerebro. Le tomaron muestra de su líquido espinal para estudios más específicos, le dieron de alta a la espera de resultados.
2 semanas después fue hospitalizado nuevamente porque continuaron sus dolores y deterioro neurológico. Los resultados revelaron la presencia del JC Virus. Este virus se torna agresivo en personas inmunosuprimidas y ataca los riñones y la parte blanca del cerebro destruyendo las células que producen la mielina, (substancia que cubre las células del cerebro) y que permite la transmisión de impulsos nerviosos entre distintas partes del cuerpo. Repitieron el MRI y notaron que las lesiones cerebrales aumentaron a 14 confirmando el diagnóstico, Progressive multifocal leukoencephalopathy (PML). El virus produce el deterioro neuromuscular. Cada día Marcos perdía más su capacidad de hablar y caminar, los pronósticos médicos eran más desalentadores. Los tratamientos, todos experimentales no ofrecían garantía de que el virus se detuviera y evitara invadir su cerebro. Pasaron los días y no había mejoría. Marcos no podía tragar y tuvo convulsiones que lo llevaron a depender de un respirador artificial. Hubo que hacerle una traqueotomía para conectarlo a un ventilador mecánico porque no podía respirar solo. Además le hicieron una gastrostomía para alimentarlo. A pesar de que los tratamientos no dieron resultados, le dieron de alta con un pobre pronóstico de recuperación, pero con mucha esperanza de parte de sus familiares que esperaban un milagro. Llegó a su casa el 31 de julio de 2015 y también las complicaciones. En su hogar presentó un episodio de traqueítis y neumonía que lo llevó al hospital dos ocasiones más. Le hicieron otro MRI que reveló que el virus seguía progresando. Todos oraban, la comunidad parroquial de Santa Luisa de Marillac, Santa Cecilia y de otras parroquias se unían a sus padres pidiendo un milagro. Se pidió en especial la intersección del Venerable Maestro Rafael Cordero luego de recibir una estampita que siempre acompañó a Marcos en el hospital y en su hogar.
Pasaron varios meses y Marcos entró en períodos de estabilidad y otros en lo que lo poco adelantado se perdía. Pasaba días sumergido en un profundo sueño, perdido y ausente, respondiendo muy poco a estímulos. El 31 de octubre llegó a su casa Padre Luis Norberto Correa, párroco de San Juan María Vianney, oró y ungió a Marcos. Mientras sus familiares seguían orando. El primer día de noviembre Marcos despertó, y preguntó qué le había pasado; porqué tenía ese tubo en la garganta que no le permitía hablar y dónde estaba. Preguntó por familiares, para él no había pasado el tiempo, su memoria quedó en el hospital antes de aquella convulsión que lo había hecho dependiente del respirador. Marcos regresó, estaba alerta y despierto moviendo sus labios para hacerse entender asintiendo ante todo lo que se le explicaba. El milagro que tanto pidieron se realizó. El martes de esa misma semana Marcos fue llevado al hospital porque el tubo de la traqueotomía dio problemas, al ser evaluado todos se sorprendían de su estado porque la mejoría era evidente, respondía preguntas, seguía direcciones, movía sus extremidades y tenía fuerza muscular. El personal médico reconocía que era una recuperación milagrosa.
Marcos demostró que podía respirar por sí mismo, 4 días después le desconectaron el ventilador y 1 semana después recibió alimentación oral, pero lo más sorprendente fue que cuando le hicieron otro MRI las lesiones de su cerebro habían desaparecido, solo quedaron las cicatrices ¿Cómo sucedió? Los médicos no lo podían explicar. Algunos reconocieron que era un milagro, otros admitían que no podían explicar su mejoría repentina. Su familia y todos los que tenían fe sabían lo que había pasado: Marcos fue sanado, milagrosamente el virus fue eliminado de su cuerpo. Marcos salió del hospital el 21 de noviembre a un programa de rehabilitación intensiva en el que hoy continúa, habla y come solo. Camina con andador, eliminaron la traqueotomía y gastrostomía.
El mayor milagro que Marcos experimentó fue en su corazón. Reconoció que el Señor lo bendijo y renovó su corazón llenándolo de profunda gratitud y amor hacia un Dios bueno que lo miró con misericordia y amor. El verdadero milagro que Marcos recibió es un corazón nuevo lleno de amor y gratitud a un Dios que le expresó todo su amor.
Nota: La Santa Sede será quien en última instancia determine el milagro.
(Aida Negrón | Madre de Marcos Gabriel)