La Conferencia Episcopal Puertorriqueña, en un esfuerzo animado por la Comisión de Evangelización que reúne los Vicarios de Pastoral de las seis diócesis en Puerto Rico, inició un proceso para hacer realidad el llamado que los Obispos Latinoamericanos, reunidos en Aparecida Brasil, nos hicieran de “emprender una nueva etapa de nuestro caminar pastoral declarándonos en misión permanente”. A esta llamada es a la que se conoce, comúnmente, como Gran Misión Continental que ha de ser permanente y profunda. La misma consiste, fundamentalmente, en Anunciar a Jesucristo como aquel que es capaz de darnos vida verdadera.
Para tal misión, se requiere que cada bautizado asuma su realidad bautismal convirtiéndose en Discípulo Misionero de Jesucristo para que en Él nuestros pueblos tengan vida. En esta misión han de resonar permanentemente las palabras de Jesús, recogidas en el Evangelio según San Juan: Yo Soy el camino, la Verdad y la Vida (Jn14, 15).
El proceso para desarrollar la misión se realizó por medio de una Asamblea Nacional de Pastoral que comenzó en la Pascua del 2011 y se extendió hasta noviembre del 2015. Un proceso que incluyó reuniones periódicas y encuentros de fines de semanas, utilizando la metodología del Ver, Juzgar y Actuar, para desembocar en un Programa Nacional de Acciones Pastorales considerando cinco desafíos: Familia, Juventud, Educación, Salud y Economía-Pobreza, en el dinamismo misionero.
Para ilustrar la Misión en Puerto Rico se ajustó el Tríptico Continental a nuestra realidad Nacional. El Tríptico se abre en la puerta derecha frontal con la imagen de la Divina Providencia, Patrona Principal de toda la nación puertorriqueña, la que se encuentra en la Catedral de San Juan con la bandera de nuestro País. En la puerta lateral frontal izquierda aparece el escudo del Papa Benedicto XVI, bajo cuyo pontificado se realizó la Conferencia de Aparecida.
Al centro del Tríptico la Imagen de Cristo Resucitado con la Inscripción: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida… Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos”. A este Jesús es al que estamos llamados a abrazar, configurándonos con él y permaneciendo unidos como la vid (Jn 15). Este Jesús es el que nos envía y en quien somos Discípulos Misioneros. Este Jesús quien fue enviado por el Padre (parte superior de este fondo principal) y a quien Jesús regresa. Por eso, la imagen es también la ascensión al cielo con la mirada contemplativa de los discípulos.
Un Discipulado Misionero que se realiza en Puerto Rico. Por eso, en la parte de puerta lateral izquierda aparece el logo de la Misión Continental en Puerto Rico con los colores de documento de Aparecida. El círculo azul cielo representa a la Virgen, Estrella de la Nueva Evangelización; el azul oscuro representa el mar y el verde representa las tierras y las montañas fértiles de América Latina. La cruz roja del logo representa a Cristo. De este logo de Aparecida, y desde ella, sale el mapa de Puerto Rico con la Bandera y el faro. Es significativo que todas las diócesis en Puerto Rico cuentan con un faro. El faro iluminado también representa el Cirio Pascual y la Luz que emana de él que es Cristo. En la parte superior de la puerta derecha (visto de frente) la Imagen del Beato Carlos Manuel, primer beato puertorriqueño quien vivió de manera especial el discipulado misionero en su tiempo.
En la puerta lateral izquierda aparecen tres escenas que caracterizan la vida de Jesús y la experiencia a la que nos invita a vivir como discipulado misionero:
Las Bodas de Caná, donde todo comenzó, con María la mujer del Sí, que nos señala: “Hagan lo que él les diga”.
La llamada de los primeros discípulos que siguieron al Maestro: “Rema mar adentro y en tu nombre echaré la redes”.
El joven generoso del Evangelio de Juan que permite el milagro de la multiplicación de los panes, “Denles ustedes de comer”.
En la puerta lateral derecha tres imágenes más:
Los discípulos de Emaús quienes le reconocen al partir el pan, “Cómo ardía nuestro corazón”.
La escena de Pentecostés en el que “todos quedaron llenos del Espíritu Santo”.
Y la imagen de Juan Diego en el monte del Tepeyac con la invitación: “Ustedes serán mis testigos”.
Estas seis imágenes podríamos denominarlas como una especie de itinerario formativo. Desde el Sí que damos, como María, para dar testimonio de Jesús en hoy, como lo hicieron Juan Diego y el Beato Carlos Manuel en su tiempo.
María, Madre de la Iglesia y nuestro Beato Carlos Manuel, nos ayuden a ser auténticos discípulos misioneros en nuestra Diócesis de Caguas, abrazándonos a Jesús, porque sabemos que en “Él vivimos, nos movemos y existimos”, (He 17, 28).
(P. Jorge David Cardona Amaro | Vicaría de Pastoral)