“En él vivimos, nos movemos y existimos”, (He 17, 28).
El tiempo salvífico de este año litúrgico tiene una referencia esencial a la Iglesia, es para la Iglesia. Supone una comunidad celebrante que hace memoria y mide su camino anual sobre el parámetro de las acciones y palabras de Jesús. Los momentos típicos del año litúrgico -la espera de Adviento, la alegría de la Encarnación, la preparación a la Pascua y su prolongación pentecostal, la historia del Pueblo de Dios en camino hacia la Parusía-, son los arquetipos de una experiencia en la que tienen que ser asimiladas, introducidas, interpretadas y salvadas las vicisitudes de la historia, de la comunidad, especialmente en la clave central que es la Pascua, convertida para la comunidad cristiana en punto de referencia, para vivir de año en año, de Pascua en Pascua, hasta el ingreso definitivo en la Pascua eterna.
El Año Litúrgico se encarna en nuestra Diócesis de Caguas, a través del Plan de Pastoral, dicho plan tiene como meta que lleguemos a ser un pueblo de servidores, por eso lo vivimos por etapa, en este momento estamos en la etapa de la fe viviendo el valor de la contemplación.
Durante esta etapa, como pueblo de Dios, se nos invita a conocer más profundamente a la persona de Jesús para poder afirmar al final de la misma “mi familia y yo serviremos al Señor” (Jos 24, 15). Este conocimiento supone, en esta fase, contemplar a Jesús y no tener miedo. En este año continuaremos contemplándolo, reconociendo como Pablo que “En Él Vivimos, nos Movemos y Existimos” (He 17, 28).
Como modelo y ejemplo de que es posible que lleguemos a ser un pueblo de Servidores, que además es posible perder el miedo, tenemos durante este año litúrgico la figura del Beato Carlos Manuel Rodríguez, hijo de nuestra diócesis y que está camino a la santidad.
Se trata, que durante todo este Año Litúrgico contemplemos a Jesús: (1) vivamos nuestra vida de fe; (2) nos movamos sin miedo en este momento histórico que como pueblo nos toca vivir; y (3) descubramos la fuerza y el valor de nuestra existencia. Que celebremos los 100 años del nacimiento de nuestro Beato, que es un ejemplo magnífico del camino a la santidad que nos propone la Iglesia.
Propuesta para este año litúrgico
Durante el Año Litúrgico 2018, que corresponde al ciclo B, nos acompañará el Evangelio de San Marcos. Proponemos hacer un camino desde los tres verbos que plantea Pablo y desde ahí contemplar a Jesús y perder el miedo.
Como signo durante todo el año, se podría ubicar el cuadro con la imagen del Beato Carlos Manuel en un lugar de preminencia del templo. Un lugar bonito puede ser en la entrada del templo, así cuando entremos a la Iglesia recordaremos el camino de santidad de nuestro Beato.
Bautismo del Señor: primer domingo del tiempo ordinario
El signo debe ser la cruz, el que se bautiza en el Jordán es el que asume los pecados de la humanidad y muere en la cruz. Si todavía tenemos la imagen del niño, -por ser navidad-, debe conectarse con la cruz. Con esta celebración damos inicio a la vida pública de Jesús, validado por la voz del Padre desde el Cielo: “Este es mi hijo, el amado, mi predilecto”. Y por el Espíritu Santo en forma de paloma.
Damos gracias por la misión de la Diócesis, el plan de pastoral, y todas las actividades que a través del año realizaremos para anunciar el Reino de Dios, y de manera particular damos gracias por la vida y camino de santidad de nuestro Beato Carlos Manuel. (Monición, oración de los fieles).
Durante el tiempo Ordinario
La teología del tiempo ordinario está marcada fundamentalmente por el valor del tiempo cristiano, que en cualquier momento tiene su referencia total al misterio de Cristo y la historia de la salvación. Feliz espacio de la palabra y la oración, de la Eucaristía de Cristo y de la vida de la Iglesia, el tiempo ordinario es tiempo del Señor, tiempo fuerte de perseverancia en el que se profundiza y asimila en el misterio de los cristianos: el misterio pascual de Cristo.
El Evangelio de San Marcos nos invitará durante este tiempo a descubrir que Cristo, es el Mesías de Dios, es nuestro Pan de Vida, el misterio de Dios revelado a las naciones. El signo de este tiempo sería la constancia de la comunidad, que en medio de la cotidianidad se sienta a los pies del maestro a escuchar su palabra y compartir el pan eucarístico. Resaltamos durante este tiempo, la vida cotidiana del Beato Carlos Manuel.
(P. Jorge Cardona Amaro)