En su homilía de la Santa Misa para abrir el Sínodo de la Iglesia sobre la sinodalidad, el Papa Francisco explica: “Hacer sínodo significa caminar juntos en la misma dirección. Miremos a Jesús, que en primer lugar encontró en el camino al hombre rico, después escuchó sus preguntas y finalmente lo ayudó a discernir qué tenía que hacer para heredar la vida eterna. Encontrar, escuchar, discernir: tres verbos del Sínodo en los que quisiera detenerme.” La sinodalidad es más que un método, es un proceso que responde a la razón de ser de la Iglesia: la comunión de las personas. En palabras del Sumo Pontífice: “La sinodalidad expresa la naturaleza de la Iglesia, su forma, su estilo, su misión” (Roma, 9.18.2021).
En el marco de la Doctrina Social de la Iglesia, la sinodalidad es un estilo que promueve la participación de todos, en todos aquellos ámbitos que afecten la vida de la persona humana. La participación en las estructuras sociales, económicas y políticas permite promover el bien común a través de un saludable pluralismo social y constituir un tejido social armónico (Compendio Doctrina Social de la Iglesia 151). Esta participación descansa en el reconocimiento de que tenemos un propósito común: el bien de toda la humanidad. El Papa Francisco plantea a la sinodalidad como la forma y actitud que debe fomentar la Iglesia dentro de sus estructuras, pero también esa forma de caminar juntos es una propuesta a las organizaciones civiles, para que promuevan estilos de participación más efectivos.
La sinodalidad propone que todos sean involucrados en los procesos de decisión que les afectan. El objetivo es hacer que todos sean escuchados. No es meramente un planteamiento de toma de decisiones por mayoría, ni una encuesta de preferencia. Dentro de un proceso sinodal no es solo la opinión de la mayoría la que cuenta, dejando atrás a minorías, que permanecen al margen de las decisiones. Un proceso sinodal es un proceso de apertura y de acogida hacia los demás, aunque no compartamos sus creencias, pero mediante el cual vamos a ir encontrando puntos de unión y convergencia. Enfatiza en las tres actitudes claves, antes mencionadas por el Papa Francisco: encontrar, escuchar y discernir.
El caminar juntos, inicia con el encuentro mutuo y el reconocimiento y respeto hacia nuestras diferencias. Conocernos y escucharnos. La verdadera escucha carece de juicios. Se escucha intentando ponerse en los zapatos del otro. Escuchar requiere que consideremos no solo la expresión verbal de diferentes grupos, sino también los “gemidos mudos” de todos los marginados y desplazados. La verdadera escucha, nos enriquece y nos permite tomar una perspectiva más amplia de los problemas y situaciones. Escuchar implica dialogar, esforzarnos por reconocer en el otro a un colaborador.
A partir de la escucha y el diálogo podemos legar a discernir, para buscar soluciones a los problemas comunes que compartimos, como comunidad, como familia, como escuela, como país, como humanidad. El discernimiento nos lleva a encontrar soluciones enriquecidas por nuestras diferencias, llegar a acuerdos de colaboración, realizar actividades en conjunto, apreciar la diversidad, alcanzar una visión compartida de los problemas que afrontamos y de las soluciones que pueden implementarse y desarrollar un proyecto de país, que trascienda las múltiples barreras que nos separan.
Las dificultades principales que plantea este caminar juntos a partir de la escucha y el diálogo, son el tiempo que requiere su implementación, la tentación de que se convierta en una mera forma de justificar los puntos de vista de la mayoría o que no pase de ser un ejercicio intelectual, perdiendo la perspectiva de que el objetivo final es actuar sobre los problemas que nos aquejan. Su efectividad depende de tomar conciencia de que todos somos hermanos y todos debemos buscar la unidad en el esfuerzo. Esta unidad de esfuerzos requiere del diálogo, el servicio y la cooperación.
Una iniciativa, fomentada por el Vaticano, es la utilización del modelo sinodal en la elaboración de un Pacto Educativo Global, construido a través de la escucha y el diálogo y que pretende sentar las bases para la formación de personas que se abran al diálogo y la escucha. El desarrollo de este Pacto es una gran esperanza para los esfuerzos mundiales por la paz y la justicia. La invitación que se nos hace es a caminar juntos por el bienestar de la humanidad.
(Puede enviar sus comentarios al correo electrónico: casa.doctrinasocial@gmail.com).
Nélida Hernández
Para El Visitante