“Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias”, (San Juan Pablo II).
Para honrar a la Virgen María, la Iglesia estableció octubre como el mes del Santo Rosario. La Virgen misma solicitó promover esta devoción y a cambio concederá unas promesas y gracias especiales a quienes la practiquen.
Origen e historia
La historia sostiene que en la antigüedad, los romanos y los griegos coronaban con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo de ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa “corona de rosas”.
Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.
La Iglesia recomendó recitar los 150 salmos de David, como parte del rosario pero solo las personas cultas lo hacían. Entonces sugirió que los que no supieran leer, los sustituyeran por 150 Avemarías, divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.
De otro lado, se sostiene que a finales del siglo XII, Santo Domingo de Guzmán sufría por los pecados de los albigenses y decidió rezar en el bosque. Allí, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras era el rezo de su salterio.
Luego de varias apariciones, en una de sus homilías el santo habló de la devoción del Rosario y la gente comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos hábitos. Tras dedicar su vida a predicar y divulgar la devoción del Rosario el santo falleció en 1221, y luego de 100 años la devoción empezó a olvidarse.
En 1349, Europa enfrentó una epidemia de peste llamada “la muerte negra”. Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción, tuvo una aparición, en la que Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua costumbre. De inmediato Padre Alan comenzó la labor de propagación en 1460. A ellos se les debe la forma que tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia.
Institución de la fiesta
El 7 de octubre de 1571 durante la batalla naval de Lepanto contra los turcos, el Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota, ya que si perdían su religión podía peligrar. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano. Posteriormente, se instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.
Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de octubre (día en que se ganó la batalla).
Promesas de la Virgen a los que recen el rosario
Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
1. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
2. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
3. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
4. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
5. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
6. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
7. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
8. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
9. Los hijos de mi Rosario gozarán en el Cielo de una gloria singular.
10. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
11. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
12. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
13. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
14. La devoción al Santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
(Fuente: catholic.net