Hoy revivimos el misterio de Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo, el fuego de amor que encendió en la Iglesia para que arda en el mundo entero: ¡fuego que no se apagará jamás!
La tarde de Pascua Jesús Resucitado se aparece a sus discípulos y sopla sobre ellos su Espíritu los envía ahora para que «reproduzcan» su presencia entre las gentes, perdonando los pecados y reconciliando a las personas entre ellas y con Dios.
La efusión del Espíritu que se dio en la tarde de la resurrección se repite 50 días después en el día de Pentecostés, reforzada por extraordinarias manifestaciones exteriores.
¡Reconciliar y construir la paz! He aquí la misión que han recibido los discípulos y que perdura hasta hoy.
“El don del Espíritu Santo ha sido dado en abundancia a la Iglesia y a cada uno de nosotros, para que podamos vivir con fe y caridad operante, para que podamos difundir la semilla de la reconciliación y de la paz.
El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo. El mundo necesita los frutos, los dones del Espíritu Santo, «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí» (Ga 5, 22). (Papa Francisco, Ángelus, 24 de mayo de 2015).
Anunciar el Evangelio es proclamar y vivir la reconciliación, el perdón, la paz, el amor que el Espíritu Santo nos da. En mi vida personal, familiar, laboral, social, ¿Creo “puentes” –unidad, perdón, paz a mí alrededor- o “muros”- divido con las críticas, rencores, celos, envidia…? ¿En qué debo crecer? ¿Asumo mi responsabilidad en la Iglesia como continuador de la obra salvadora de Jesús?
En este día de Pentecostés pídele al Espíritu Santo que te haga portador de su paz, mensajero de la reconciliación, sembrador de alegría. Testigo del amor de Dios.
“Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en nosotros el fuego de tu amor”
Padre Obispo Rubén González
Obispo de Ponce