Según el Evangelio, toda la creación –y la humanidad en ella– “entrará” en la eternidad cuando Jesús venga por segunda vez. La tradición bíblica y teológica ha llamado «parusía» (del griego: venida, llegada) a ese momento, que Jesús describe en tono apocalíptico, con tremendas repercusiones cósmicas. El sol, la luna, las estrellas, el universo entero participará, a su modo, de ese momento culmen de la historia.

La esperanza cristiana no es solo un deseo, un auspicio, no es optimismo: para un cristiano, la esperanza es espera, espera ferviente, apasionada por el cumplimiento último y definitivo de un misterio, el misterio del amor de Dios en el que hemos renacido y en el que ya vivimos […] Y es espera de alguien que está por llegar: es Cristo el Señor que se acerca siempre más a nosotros, día tras día, y que viene a introducirnos finalmente en la plenitud de su comunión y de su paz”, sostuvo el Papa Francisco en la Audiencia General, del 15 de octubre de 2014.

Veamos ahora el testimonio (página núm. 967 de la Positio) de Carmen Deli Santana, también conocida por Deli S. de Aguiló (QDEP) según lo redactara el 8 de diciembre del 1990 adelantándose así a la posibilidad de ser llamada a testificar como en efecto sucedió posteriormente el 29 de abril de 1993.

Esperanza: Como ya he mencionado la vida del siervo de Dios, Chali, era la Liturgia y muy especialmente la celebración de la Vigilia Pascual. Su vida estaba centrada en el Misterio Pascual y su esperanza era la Parusía. Él se consideraba un pecador, pero creía firmemente que Cristo había dado Su vida por él y que, al ser así redimido, gozaría de la Visión Beatífica cuando llegara su propia pascua, o paso de esta vida a la eternidad.

La sencillez de su vida demostraba que los valores cristianos estaban para él por encima de cualquier otra cosa. En las postrimerías de su vida, aun cuando estaba pasando por “la noche oscura de la fe”, reaccionaba cuando su hermano le recitaba el Pregón Pascual, indicio de que tenía la esperanza de la Parusía. Nunca vi en él algo que fuera contrario a la virtud de la esperanza.

Como el Beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago, que desde pequeño en el ambiente familiar y luego en su itinerario de santidad cultivó y desarrolló un enorme amor por María, invoquemos a la Santísima Virgen, Madre de la esperanza y Reina del cielo, para que siempre nos mantenga en una actitud de escucha y de espera, para poder ser ya traspasados por el amor de Cristo y un día ser parte de la alegría sin fin, en la plena comunión de Dios. “Debes preparar tu corazón para la venida del Señor”.

Pablo Negroni

Para El Visitante

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