Tomo prestado el título de la versión en español de una tirilla cómica de hace décadas publicada por la prensa local, de la autoría de B. Kavanagh y F. Fletcher. Más aún, la modifico para hacer valer la importancia de encomendarnos en oración unos a otros, como afirmó el Apóstol Pablo en Efesios (6, 18)… “en toda ocasión”. Al parafrasear el aludido título del presente escrito y procurar asociarlo con el texto de San Pablo, quedaría del siguiente modo: “Evocando a Papá”.
Aún hoy recuerdo el rostro de asombro y tímida sonrisa de la Hermana que llamamos comúnmente, monjita. Mi señor padre, Don Quintín López Ortiz, (Q.E.P.D.), pasó sus últimos años bajo la tutela de una comunidad religiosa. En una de mis visitas, me topé con la monjita encargada del área donde él residía y me dijo: “¡Gusto en saludarle! Más contento se pondrá su papá, pues él creyó que usted estaba enfermo”. Ante eso, afirmé: “Pero… ¿cómo? ¿De dónde sacó eso?”. Ella aclaró: “Es que le dije que recordara rezar por todos los sacerdotes y en especial por usted. No obstante, por más que le expliqué, él interpretó que estaba enfermo o tenía algún problema”.
Entonces, la Hermana y yo nos miramos y encogimos nuestros hombros. De ahí, el rostro de asombro y la tímida sonrisa de ella, que señalé al principio. ¿Por qué la anécdota? En el Evangelio de San Juan (17, 11-19) Cristo rogó por los suyos diciendo: “Cuida en Tu nombre a éstos que me has dado… no te pido que los saques del mundo sino, que los libres del maligno… como me enviaste al mundo, así les envío Yo”.
Especulamos que no estaban enfermos ni en problemas necesariamente. Solo una súplica al Padre Dios, para ser perseverantes en la fe, personas de viva esperanza e inmensa caridad. Es decir, nos encomendamos en la amenaza y en la bonanza. Es la petición perenne del Papa Francisco; orar unos por otros a tiempo y a destiempo. Atinado al motivarnos constantemente en ese sentido. ¡Así nos educamos todos en la fe y no solamente a papá! ¡Manos a la obra!
P. Edgardo “Gary” López
Para El Visitante
