Ante la llamada del papa Francisco a realizar la fase diocesana del Sínodo sobre la Sinodalidad, Por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión, los Obispos de Puerto Rico, junto a los delegados diocesanos para el Sínodo y los Vicarios de Pastoral de las seis diócesis, se reunieron en asamblea el 14 y 15 de junio del 2022 en el Centro Diocesano de Arecibo para reflexionar sobre el proceso de consulta realizado en cada una de las diócesis y de la Síntesis Nacional que recogió el comité ad hoc para ser enviada a la Secretaría General del Sínodo. Luego de un proceso de oración y reflexión se aprobó la misma y se editó el documento que fue enviado a Roma en agosto de 2022.  

La pregunta fundamental que guía todo el proceso de consulta y que ahora está en su fase continental es la siguiente: En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”?, (Documento Preparatorio, 26).

Se parte de una tesis: En una Iglesia sinodal que anuncia el Evangelio todos caminan juntos. Son las dos palabras claves de ministerio del Papa Francisco: Sinodalidad y Misionariedad. Por lo que en el corazón mismo de la Consulta está la propuesta reflexiva del aspecto misionero de la Iglesia. Se trata del Anuncio del Evangelio. Como preparación para el Sexto Congreso Americano Misionero precisa detenerse en los resultados que en Puerto Rico tuvo la Consulta Sinodal sobre la Misión Común. Para responder se dieron diversas claves: (1) Preguntarse sobre las experiencias en la propia Iglesia particular que hacen referencia a la pregunta fundamental; (2) Releer más profundamente estas experiencias: ¿qué alegrías, dificultades y obstáculos, heridas e intuiciones se han suscitado? (3) Recoger los frutos para compartir: ¿dónde resuena la voz del Espíritu en estas experiencias? ¿qué nos está pidiendo esa voz? ¿cuáles son los puntos que han de ser confirmados, las perspectivas de cambio y los pasos que hay que cumplir? ¿dónde podemos establecer un consenso? ¿qué caminos se abren? Se trataba ante todo de saber: ¿cómo se viven estos en la Iglesia Particular (Diócesis)? Todos partían de un principio y luego se formulaban las preguntas.

Presentamos a continuación la reflexión que la Iglesia en Puerto Rico hizo sobre: Corresponsables en la misión. En el documento preparatorio para el sínodo (#30) se nos presentaba como tesis: La sinodalidad está al servicio de la misión de la Iglesia, en la que todos sus miembros están llamados a participar. Dado que todos somos discípulos misioneros.

Cada una de las Diócesis realizó la consulta de una serie de preguntas en torno a la vivencia de la misión tomando diferentes métodos, desde la consulta digitalizada a modo de encuesta, en encuentros comunitarios de reflexión, en asambleas diocesanas o de vicarias o con diversos agentes pastorales.

Síntesis nacional

En general muchos afirman sentirse llamados a participar en la misión de la Iglesia como bautizados y la misión es compartida por todos. Esto se da de acuerdo al grado de compromiso que se tenga y también al grado de conocimiento y sentido de corresponsabilidad. Otros opinan que no todos tienen conciencia del llamado a la Misión en su estado de vida particular. Quizás se carece del sentido profundo del sacramento del Bautismo, por medio del cual se hacen sacerdotes, profetas y reyes.

Posiblemente no se vincula la realidad de este sacramento a la dimensión misionera, o se desconoce la misma, identificada más como sacramento por el cual nos liberamos del pecado original y nos hacemos miembros de la Iglesia, participando de la misa y otros sacramentos. Algunos alegan que se les hace fácil integrarse a la Misión si se da una buena relación con los líderes. Otras razones que se aluden para explicar por qué se sienten carentes de una responsabilidad misionera incluyen: la falta de formación e información en sus parroquias, la dejadez, la falta de tiempo, el ajetreo de vida, el trabajo, los entretenimientos, la mentalidad individualista, la inseguridad, la falta de promoción o encuentro con la persona de Jesús, el miedo a lanzarse, la multiplicidad de compromisos.

Otros reconocen como dificultades para este compromiso las segmentaciones internas de la Iglesia, las actitudes de algunos líderes que les desalientan y les ponen obstáculos a los nuevos, la presencia de líderes que no dan oportunidad a otros a participar, el miedo, la presencia de sacerdotes que no les animan, y la falta de testimonio del liderato eclesial. Se reconoce que hay muchos que tienen dones para servir al Señor pero que no se animan a ser parte de la Misión.

Muchos otros ven la Iglesia como algo que sólo es de los curas y de los obispos y sienten que ellos sólo están para ayudar cuando se les solicite. Desafortunadamente esto es algo que por mucho tiempo la Iglesia y las actitudes clericales perpetuaron en los fieles y puede que, en parte, sea lo que les impide reconocerse corresponsables en la Misión.

Entre las áreas de la Misión que se están descuidando se mencionó: la inclusión de los jóvenes, los niños, los presos y el acompañamiento de sus familias, los marginados, los descartados, los que han abandonado la Iglesia, los que no han regresado después de la Pandemia, los de áreas rurales lejanas o sin transportación, las comunidades aisladas, los ancianos, las personas solas, las comunidades de bajos recursos, las madres solteras, los deambulantes, los divorciados, los convivientes, y las personas LGBTTIQ+.

Un aspecto que se indica con insistencia es la ausencia de un plan de trabajo con objetivos claros y la falta de formación de la feligresía. Se menciona el descuido a aquellos que alguna vez tuvieron mucho que ofrecer y cuando llegaron a la vejez y enfermedad fueron descartados y olvidados. Se mencionó la falta de una Pastoral Social en algunas parroquias. Se señala la pérdida de la dimensión profética de la Iglesia en todos los aspectos de la vida social. Se han abandonado las actividades comunitarias tradicionales y no se han innovado en otras. Se descuida salir a la calle para tener una comunicación directa con las personas en sus hogares. No se vinculan con la lucha por los derechos civiles, el problema de la corrupción o los movimientos sindicales.

Sin embargo, hay que reconocer que algunas diócesis y parroquias han hecho un esfuerzo para responder a las necesidades, por medio de programas propios (Cáritas) o vinculados con servicios que ya se ofrecen en la sociedad (ej. Hogares Crea). El aspecto misionero para muchos de los consultados se da en las diversas actividades y celebraciones que se realizan en las diócesis y parroquias. Otros sienten que los aspectos de oración, formación, colaboración y acción misionera no se han desarrollado suficientemente. Se reconoce la importancia y se hacen algunas actividades, pero no en todas hay proyectos permanentes con esta dimensión. Habría que reconocer la existencia de diversos momentos apostólicos que tienen acciones misioneras.

(Nota: Fragmento de la ponencia: “Sinodalidad y Misionariedad: Aportes de la consulta al pueblo de Dios que peregrina en Puerto Rico” presentada el 2 de diciembre durante el Simposio Nacional Misionológico del CAM6 en Casa Manresa, Aibonito)

P. Jorge D. Cardona Amaro 

Para El Visitante 

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