Es probable que un familiar suyo o algún conocido haya muerto de un infarto fulminante. Pues sepa que un 61 % de las mujeres y un 50 % de los hombres que perdieron la vida por esta causa no tenían ningún síntoma antes de sufrirlo. Así lo dio a conocer el cardiólogo Ivan Lladó al presentar las estadísticas más recientes en torno a esta afección.

El galeno explicó que un infarto es la falta de oxígeno en el corazón, conocido en el argot médico como isquemia. “Al miocardio le falta oxígeno y se produce una necrosis (muerte de las células del músculo cardiaco) y el corazón libera Troponina y CPK-MB (biomarcadores cardiacos) porque se está muriendo parte del corazón”, expresó.

Del mismo modo, mencionó que en los infartos fulminantes, la arteria que se bloquea irriga un área extensa del corazón. “Cuando el infarto masivo provoca una arritmia ventricular severa (fibrilación ventricular), el único modo de salvar a ese paciente es utilizando electro schock o un desfibrilador (dispositivo que detecta cualquier latido rápido y mortal)  para enviarle una carga eléctrica al corazón y normalizar los latidos”, precisó.

El cardiólogo detalló que tanto en el infarto fulminante como en el masivo ocurre una disfunción severa en el ventrículo izquierdo del corazón y la fuerza de contracción baja por debajo del 30 %.

Por otro lado, comentó que el 49 %  de los hombres y el 32 % de las mujeres luego de cumplir 40 años tienen un mayor riesgo de sufrir un infarto. Sobre los factores de riesgo admitió que los pacientes diabéticos, hipertensos, con colesterol elevado, historial de muertes en familiares (padres, hermanos o tíos) menores de 55 años por enfermedades coronarias tienen una mayor posibilidad de desarrollar uno.

Aprovechó para exhortar a los familiares de pacientes de enfermedades coronarias a visitar a su médico aun cuando se sientan bien. “Si en la familia hay historial de enfermedades coronarias debe hacerse chequeos preventivos. Por el contrario, si ya le colocaron un stent (malla coronaria para abrir la arteria o un bypass coronario (crea nuevo camino o desvío en una arteria bloqueada para que la sangre llegue al corazón) debe mantener un seguimiento con su médico”, apuntó. Igualmente, destacó la importancia de mantener una nutrición balanceada y de hacer ejercicios.

De otra parte, aconsejó a cualquier persona que tenga dolor de pecho que acuda de inmediato a una sala de emergencia. “Mientras más temprano se llegue, desde que comienza el primer síntoma, será mejor porque el tiempo salva músculo”, comentó el también diácono. A lo que se refiere el médico es que los infartos provocan pérdida de músculo cardiaco y si recibe asistencia médica antes de 1 hora y 30 minutos hay menos probabilidades de sufrir un fallo severo o que tenga pérdida seria del músculo. “Destapar la arteria obstruida en menos de 90 minutos salva vidas”, aseguró.

A su vez, recomendó que “si tiene dolor de pecho, mastique una aspirina  en lo que va camino al hospital. Esto ayudará con el coágulo que provocó el infarto. Por el contrario, si infartó antes y tiene pastillas de nitroglicerina puede colocar una de manera sublingual (debajo de la lengua) para que la arteria bloqueada se abra, en lo que llega a recibir asistencia médica”.

Asimismo, sugirió que de ser posible vaya a un hospital que tengan centros cardiovasculares porque le podrán hacer un cateterismo y detectar cuál es la arteria que está obstruida y colocarle un stent o  hacerle una cirugía de bypass, “lo que más le convenga”.

Como dato interesante, el Dr. Lladó informó que un fumador que deje de fumar luego de 15 años, su riesgo de tener un infarto disminuirá como si nunca hubiese fumado. Por eso recalcó “la importancia de dejar el cigarrillo para mejorar la salud”.

Aunque un paciente puede tener un infarto más de una vez el especialista en enfermedades cardiovasculares apostó a la prevención como su mejor aliado para evitar sufrir un segundo infarto. “Si tiene historial cardiaco en la familia, es diabético, tiene colesterol alto, está obeso, no hace actividad física y tiene más de 40 años debe hacerse un chequeo preventivo, ya sea con su médico de cabecera, un internista o un cardiólogo”, concluyó.

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