“Servir a los débiles en vez de servirse de ellos”. “El que no vive para servir no sirve para vivir”. Estas dos frases que el Papa Francisco mencionó en uno de sus mensajes de su visita a los Estados Unidos nos llevan a preguntarnos: ¿quiénes son los débiles? Naturalmente podemos pensar que esos débiles son los desposeídos, los pobres, los que no tienen. Pero no serán débiles también: ¿la madre que cría a sus hijos sola?; ¿el padre que no encuentra empleo y trata de recaudar su ingreso haciendo chivito en chivito?; ¿o quien decide aceptar un trabajo con un promedio de $700.00 mensuales? ¿No serán los débiles las sobre cuatro generaciones educadas en recibir beneficios que no construyen y se les señala de que no quieren trabajar? ¿No serán débiles aquellos ancianos olvidados en cada hogar y quienes aún con sus ingresos no pueden recrearse, ir al médico, que olvidaron lo que es un abrazo y en la noche echan bendiciones al aire? ¿No serán los débiles los jóvenes que no encuentran espacios donde expresar con fuerza? ¿No serán los débiles las comunidades que necesitan recursos y que sus líderes han olvidado? ¿No serán los débiles los que no han crecido en sus proyectos por qué no encuentran oportunidad? ¿Serán los débiles los 5,000 niños que hoy en nuestro país reciben loncheras de alimentos porque no tienen?
¿Quiénes son los débiles?
Si como pueblo no ponemos la mirada en quién es o quiénes son esos débiles, ¿dónde pondremos nuestras manos para servir? Cuando nuestra mirada no está enfocada en cómo nos servimos y buscamos el bien individual que no suma en las acciones, estará dirigida a los esfuerzos que en verdad transforman. En el espacio del trabajo pastoral estas frases del Papa Francisco tienen que convertirse en palabras de reflexión y acción. Nuestra acción debe estar inspirada en el Servidor de Todos. Jesús que no vino a servirse ni a ser servido, sino a servir. Un trabajo pastoral que vaya más allá de las periferias a lugares que debemos llegar no solo porque nos esperan sino porque es nuestra responsabilidad. Es servir a todos apostando a la diversidad que lleva a la unidad; aceptar que mucho del mal que vivimos es causa del bien que dejamos de hacer. El trabajo pastoral debe responder a la necesidad de cada débil de la comunidad. El servicio es un ejercicio de la voluntad y tenemos que darle forma como el barro en manos del alfarero; hacer crecer el deseo y la corresponsabilidad de que no puedo quedarme en casa esperando que todo cambie. Es mejor que el cambio pase en la suma del servicio de todos.
Tenemos que aspirar al servicio que nace del deseo de ser vida que se entrega para no esperar el cambio sino ser cambio en medio de todos. ¡Ánimo, comunidad! El débil puede ser tú, yo, nosotros, nuestro vecino, puede ser nuestra comunidad. El débil somos todos, por eso la vida se da en el servicio, en la entrega, en la opción por amar primero y dejarse amar. Dios es servicio, es relación, es amor. Su amor es tan grande que al no ser egoísta brotó y creó el mundo. Y siendo aún así, grande, se dio en servicio ofreciendo a su hijo por amor. Lo hizo uno en medio de nosotros y su vida, su servicio, fue tan grande que se entregó para que tengamos vida en abundancia; para que podamos servir en abundancia, amar en abundancia.
Las palabras del Misionero de la Misericordia el Papa Francisco, son nuestro norte y llamado para caminar como Iglesia en ese dar sentido a las horas de servicio que damos en la parroquia, pero también en la comunidad, en las organizaciones, en cada espacio que somos invitados a ofrecer lo que sabemos y queremos. ¡Sirvamos y vivamos!
(Mariny Vázquez)