Desde sus orígenes, el Santo Rosario ha ido evolucionando hasta lo que conocemos hoy día. No fue creado en un momento concreto, pero es una de las oraciones más populares y poderosas desde los inicios del cristianismo. Según la historia, consistía en el rezo de 150 salmos; luego fue modificado por 150 Padrenuestros y Avemarías. Ya desde el siglo XIII se cree que se comienzan a utilizar los “contadores”, que conocemos actualmente como el rosario o camándula. ¿Cómo se propagó esta devoción por el mundo? ¿Qué representa hoy día para los católicos? 

Los Franciscanos, Dominicos, Carmelitas y Agustinos fueron algunos de los promotores del Rosario por todo el mundo. En el siglo XIV se añade la meditación de los Evangelios, y es a principios del siguiente siglo cuando se añade la segunda parte, que comienza con Santa María, Madre de Dios… De esta manera, sigue evolucionando esta hermosa y sencilla manera de rezar a Dios a través de la Virgen María. 

Más adelante en la historia, la misma Virgen “le entregó –a Santo Domingo de Guzmán– el Rosario como respuesta a una plegaria en la que le pedía ayuda para combatir la herejía”, lo que ayudó a continuar su propagación por las naciones (Vatican News). De igual forma, la victoria de la batalla de Lepanto (S. XVI), atribuida al rezo del Santo Rosario, ayudó también a promoverlo. Igualmente, los sucesos milagrosos de Lourdes y Fátima han contribuido de manera especial a la difusión de esta devoción, pues la propia Virgen mostró cómo rezarlo en sus apariciones y recomendó hacerlo fervorosamente, tanto individual como en comunidad. 

El Rosario “es una de las armas más poderosas contra el mal, que nos ayuda a solucionar muchos problemas”, comentó a este semanario el P. Jorge Yamil Morales, párroco de la Parroquia Ntra. Sra. del Rosario de Vega Baja. “Ha acercado muchas familias a la fe y ha concedido muchas gracias por la conversión de las almas”, afirmó. Testimonios escuchados por él y otros tantos sacerdotes confirman el poder que tiene el rosario, que conforta a quienes llevan una cruz pesada y piden a Dios, a través de María, gracias especiales. 

“No es un amuleto”. Por tanto, llevarlo simplemente no garantiza protección divina, sino más bien la práctica de rezarlo todos los días. Además, “es un arma contra el mal”, y aunque parece algo aburrido y monótono, no es una oración repetitiva, pues “es siempre nueva” y nos hace más cercanos a Jesús y a nuestra Madre. 

Finalmente, el sacerdote animó a las familias a unirse para rezar el Rosario, y no acordarse de hacerlo solo en momentos de dolor o por los difuntos, aunque también. “Es una oportunidad para rezar juntos. Es una oración en la que podemos participar todos. […] Es también alimento espiritual y debe ser parte de la dieta: los Sacramentos, la Palabra de Dios y el Rosario”, culminó. 

Jorge L. Rodríguez Guzmán 

j.rodriguez@elvisitantepr.com 

Twitter: jrodriguezev 

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