“No te amo”, “no te acepto”, “no sirves”, “no debiste haber nacido”, “sal de mi vida”, estas son solo algunas de las frases que duelen, lastiman y le hacen daño a las personas. Los que las han vivido saben que poco a poco se convierten en heridas tan profundas que hay que atender para alcanzar la sanación interior.
Según P. Hipólito Vicéns, cssr, conocido también como P. Polo, director de Pastoral Vocacional de los Redentoristas, la sanación interior es un proceso en el que la persona identifica lo que le duele, afecta, molesta y lastima -que varía dependiendo del entorno y carácter de la persona- para luego trabajarlo y seguir el proceso hasta alcanzar la sanación.
Admitió que cada caso hay que verlo individualmente porque hay distintos niveles de dolor y de heridas. “Hay algunas que se pueden atender y sanan rápido, pero hay otras como las del ‘no te quiero’, ‘no te valoro’, ‘no vivas’, que son heridas que afectan directamente el ser de la persona y una vez se identifican hay que trabajarlas más seriamente”, reiteró.
Agregó que las heridas van creciendo con las personas y en algunos casos se atienden y se trabajan con facilidad porque la persona tiene los recursos, los dones, familias, amigos que los ayudan a resolverlas.
“Estas personas son capaces de dialogar lo que les está pasando”, sentenció. Por el contrario hay otros que son más introvertidos, recatados, que se les hace más difícil comunicarse. “Cada persona tiene su ritmo.
El tiempo para sanar dependerá de qué tan rápido se identifique, hable y pida ayuda para trabajarla y sentir el alivio que necesita”, expresó.
P. Polo enfatizó que las heridas crean unas acciones inconscientes y repetitivas que producen imágenes de Dios distorsionadas. “De acuerdo a la herida y a mi situación emocional me voy imaginando a Dios de una u otra manera”, detalló.
Explicó que si la compulsión de la persona es la perfección, crea un Dios perfeccionista y cuando inicia su proceso de sanación siente que nada de lo que hace es suficiente y atrasa su propio proceso de sanidad porque el Dios que se ideó es sumamente perfecto, ese Dios no quiere que cometa errores. Entonces todo el tiempo está culpabilizándose.
Continuó diciendo que otros se hacen una imagen distorsionada de un Dios al que le gusta el sacrificio. Estas personas se sacrifican por los demás, son muy trabajadoras, se desviven por el otro, su herida es que no se atienden a ellos mismos. Tienen un sentido de sacrificio y piensan que a Dios le agrada que vayan de rodillas a los sitios, que se azoten, que sufran. “Este tipo de persona tiene que bregar con esas heridas ya que a veces no le reconocieron, no le amaron y piensan que sacrificándose la gente los va a amar”, afirmó P. Polo.
Del mismo modo, dijo que otros ven a Dios como un juez y la herida se complica porque en cada acto que hacen se sienten enjuiciados por Dios y si no cumplen con la norma sienten que no cumplen con Dios, entonces se sienten mal porque la herida tiene que ver con elementos religiosos. Creen que Dios los va a condenar por lo que han hecho. “Para trabajar esa herida hay que comenzar estableciendo que Dios no es juez sino un Dios leal, bueno, incondicional, amoroso, alegre y en el proceso de ir sanando la herida hay que cambiar esa imagen distorsionada de Dios”, mencionó.
Precisó que otros ven a Dios como Todopoderoso, un Dios fuerte. Alguien les dijo que eran débiles, vulnerables y por su herida entienden que deben ser fuertes para calmar su compulsión. Ellos son fuertes de carácter, duros con los demás porque en el fondo están cubriendo una herida de una debilidad muy profunda. “Le decimos que ese Dios de poder deberíamos cambiarlo por uno cercano, humilde que nos da el espacio y es flexible”, sentenció.
Por otro lado, confirmó que en el momento que la persona reconozca que tiene una herida debe ir a un taller de sanidad. No obstante, “si entiende que le está pasando algo, ‘no me soporto’, ‘no soporte a nadie’, ‘me siento incómodo’, ‘con todo, me siento triste’. Si quiere averiguar qué es lo que le pasa vaya también al taller de sanación para descubrir su herida. El taller ayuda con algunos métodos a identificar la situación que te lastima. Una vez la identificas decides si la trabajas o lo pospones”.
Por último, el sacerdote que está adscrito a Casa Cristo dijo que el proceso de sanidad permite darse cuenta que Dios no vino a juzgar, ni a perseguir, sino a salvar. “Por un lado está la parte psicológica y por otro la espiritual en la que uno dice: ‘El Dios que yo creo me da vida, oportunidades, es un Dios que me perdona, me capacita, me rehabilita y no me condena’”, aseguró.