Hoy 20 de enero se celebra la solemnidad de San Sebastián Mártir, soldado romano que por defender a los cristianos fue mandado a asesinar a flechazos por el emperador de aquel entonces.

Curiosamente, en el oeste de Puerto Rico se encuentran no solo la Parroquia sino el pueblo que llevan su mismo nombre. La primera iglesia del municipio se construyó en madera en 1759 y se dedicó al santo. En 1772 el huracán San Agustín destruyó la edificación y de inmediato se inició la construcción de la iglesia actual.

Los sacerdotes diocesanos estuvieron a su cargo desde 1763 tras la llegada del Padre José Feliciano González que se convirtió en el primer párroco. A partir del 1 de octubre de 1966 pasó a manos de los pasionistas. Actualmente, cuenta con el primer párroco nativo de San Sebastián, Padre Moisés Ríos Ruiz, CP.

Cabe destacar que la parroquia perteneció primero a la Diócesis de San Juan, luego a la de Ponce, en 1960 pasó a la Diócesis de Arecibo y finalmente pasó a la Diócesis de Mayagüez.
Imagen del santo

En el retablo central de la iglesia, se encuentra la imagen del patrón que según datos históricos, para el año 1851 una descarga eléctrica además de causar serios daños al templo quemó la imagen que a su vez cayó al piso y se rompió. Se cree que la imagen actual, proveniente de España, data entre 1855 a 1860.

Esta está labrada en madera policromada, posiblemente al óleo, y cuenta con proporciones perfectas. El rostro sereno refleja el estado del mártir que ofreció su vida por Cristo en la esperanza de la resurrección. Amarrados al tronco de un árbol se aprecian los brazos sobre la cabeza y el cuerpo herido con flechas por diversas partes.

Vivencia de fe

A más de 250 años de su fundación, los feligreses aún mantienen firmes las raíces de la fe. Para celebrar la solemnidad de su patrón realizan un novenario donde según Padre Moisés Ríos Ruiz, CP, “las 18 comunidades que componen la parroquia se unen y cada una tiene un día de ese novenario”.

Dentro del novenario la comunidad parroquial dedica 4 días a las fiestas patronales. “Las hacemos nosotros porque el municipio las eliminó. Ahora tienen fiestas de pueblo. Nosotros recuperamos lo que es la fiesta en honor al Patrón y tenemos 4 días donde revivimos los aspectos de las fiestas del pasado”, compartió el religioso.

Entre las actividades de las que disfrutan están los dulces, el encuentro familiar, la música y comida típica (el arroz y la habichuela), la venta del maní tostado, el palo encebao’ y las machinas para niños.

P. Moisés destacó que el fin de las fiestas no es obtener beneficio económico alguno, sino unir a las familias y “hasta el momento hemos tenido éxito con eso”. “Es un compartir de familia cristiana y hasta de otras religiones vienen aquí. Vienen los padres con los niños, juegan, se sientan a hablar, escuchan la música”, señaló.

De otro lado, hizo un llamado a que para mantenerse firme en la vida espiritual la clave no es hablar de madurez en la fe (saber más), sino hablar de una experiencia de fe.

“Si nosotros nos mantenemos todavía en adquirir conocimiento y no damos un salto a una experiencia de fe, los vientos turbios que están en estos momentos azotándonos, nos van a llevar a sucumbir. Una experiencia de fe es edificar sobre roca. Tenemos que hacer una transformación de vivir nuestra fe como una experiencia de amor, es lo que el Papa en estos momentos nos pide, la misericordia”, precisó.

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