P. Diego De La Texera, pbro.

Parroquia San Pablo Apóstol de Bo. Barahona, Morovis


Es conocido que el Cardenal, Su Eminencia Luis Aponte Martínez, cuando trabajaba por conseguir que la Virgen de la Providencia fuera nuestra patrona, confió al Papa San Pablo VI (ambos de feliz memoria) que los puertorriqueños éramos huérfanos de madre; ¡pero nunca dijo que lo fuéramos de padre! Padre de todos los puertorriqueños es an Juan Bautista, el precursor del Señor. Puerto Rico es la isla de san Juan Bautista; ese es nuestro nombre de pila.

Este viernes 24 celebramos su especial protección y con esto seguimos la rancia tradición de participar con especial motivo en las diversas expresiones populares que demuestran nuestro apego filial al Bautista. Desde la iglesia madre de todos los puertorriqueños, la Catedral de San Juan, se marca el ritmo de quienes somos borinqueños, que donde quiera que vamos recordamos nuestro bautismo dándonos el chapuzón de la noche de san Juan.

Evidencias del histórico patronato del Bautista sobre nuestro país lo sugieren: el registro del boletín eclesiástico del siglo XIX; los devocionarios populares; la designación de su patronato sobre el pueblo de Orocovis, centro geográfico del país y sobre la ciudad capital; el desfile nacional de Puerto Rico en Nueva York y la parada ‘San Juan Bautista’ en Camdem New Jersey, ambas en junio, con ocasión de la natividad del Bautista. Son más las notas que se pudieran aducir sobre la historia de su patronazgo. No obstante, son los historiadores los que en otra ocasión nos proporcionarán esos esclarecedores datos.

San Juan Bautista y la Virgen María, madre de la Divina Providencia, son los dos pilares de nuestra identidad borinqueña. Ser puertorriqueño es ser Juan el Bautista, ir delante del Señor preparando sus caminos, anunciado a todos la salvación y el perdón de los pecados. Y nuestra cultura es ‘la mayor de entre las nacidas de mujer’ precisamente cuando nos llenamos de gozo ante la visita de la Virgen María, que siempre nos trae a Jesús, el Cordero de Dios a quien deseamos servir como profetas (ver Lc 1,41 y 1,76).

Nunca olvidemos nuestro nombre, que aparece grabado en nuestro escudo nacional: Ioannes est nomen eius que del latín se traduce: “Juan es su nombre”, (Lc 1, 63).

Oremos por nuestra patria con la siguiente oración:

Padre eterno, que dispones todas las cosas para nuestro bien, atiende las oraciones por nuestra patria Puerto Rico, para que por la intercesión de la bienaventurada Virgen María, madre de la Divina Providencia y los méritos del glorioso san Juan Bautista, lleguen a ser sabias las autoridades y honestos los ciudadanos, y así se consoliden la concordia y la justicia, y se realicen la paz y la prosperidad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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