San José es ese santo que permanece en silencio junto a sus hijos adoptivos: nosotros. Es protector de las familias, padres e inmigrantes, de la justicia social, los carpinteros y aquellos que buscan empleo, de los agentes inmobiliarios, de una muerte feliz y, declarado “patrono de la Iglesia Católica” por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1870 en el decreto Quemadmodum Deus. ¿Qué podemos conocer de él en su solemnidad?
Aunque sobre este santo casi no se conocen detalles más allá de lo que narran los Evangelios y los estudiosos, sigue siendo una figura importante para todos los creyentes. Se trata, más que de un simple hombre callado y fiel, de quien ha acogido a María y a su hijo en su casa para cuidarlos y protegerlos como su familia. Así también nos acoge a nosotros… Su solemnidad se celebra el 19 de marzo, pero este año 2023 ha sido trasladada para el día 20 ya que el 19 se celebra el Domingo Laetare, o Domingo de la Alegría. San José es el santo patrono de los municipios de Aibonito, Camuy, Gurabo, Lares y Luquillo, al igual que es el santo titular del primer templo establecido en Puerto Rico y recientemente restaurado, la Iglesia San José del Viejo San Juan.
San José en la Biblia
El esposo de la Virgen María “no aparece mucho” en las Sagradas Escrituras, afirmó en diálogo con este semanario el Padre Héctor I. Flores González, párroco de la Parroquia San José de Camuy. Solo se conoce de él a través de los relatos en los Evangelios según san Mateo y san Lucas al narrar la niñez de Jesús.
El primer capítulo de Mateo cuenta que José vincula a Jesús directamente a la línea genealógica de David. Pues, san José ciertamente descendía de David y solo él, como hombre, podía transmitir a Jesús –su hijo putativo– ese origen, explica el teólogo brasileño Leonardo Boff en su obra San José, la personificación del Padre (2021).
Por otro lado, san Lucas también muestra a san José en los relatos de la infancia de Jesús, pero a partir de María y su noviazgo (Lc 1, 27). Lo menciona también en el relato del viaje que hicieron a Belén (cf 2, 4) y de los rituales tradicionales para iniciar a Jesús con la circuncisión, la presentación en el templo y luego cuando Jesús es encontrado en el Templo de Jerusalén, añadeBoff.
“José no la tuvo fácil”
Manifiesta el P. Héctor que los planes del esposo de María cambiaron radicalmente cuando se le apareció en un sueño el ángel del Señor y le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados, (Mt 1, 20-21). José –añade Flores– “no entendía muchas cosas” que estaban sucediendo, pues todo fue muy repentino. Hasta pensó en “abandonar” a la Virgen María para no exponerla ante la sociedad por su embarazo, que podía ser “sospechoso” para muchos. Aun así, nunca dudó de su integridad como mujer escogida por Dios. Mucho más difícil le fue en otros momentos, como cuando les tocó huir con Jesús de Belén a Egipto para evitar la muerte del Mesías por mandato de Herodes, y quizás muchos otros sucesos económicos, sociales y personales que nunca se han sabido sobre la historia de este padre santo y la Sagrada Familia.
Silencio de san José
Un hombre sabio como san José supo enfrentar las dificultades en silencio, pero en acción. El silencio de san José le permitió escuchar a Dios para cumplir su voluntad. “El silencio nos ayuda a examinar qué estoy haciendo, dónde estoy, para dónde tengo que ir, qué Dios me pide, qué tengo que cambiar… mientras haya ruido, eso impide escuchar la voz de Dios y que podamos mirarnos a nosotros mismos”, agregó el P. Flores González. El silencio y la repuesta de san José nos invita a “aceptar la voluntad y plan de Dios aunque no lo comprendamos” del todo, aunque no sepamos a dónde vamos o qué queremos.
Dejémonos “contagiar” por el silencio de san José. Nos es muy necesario, en un mundo a menudo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios, invitó el Papa Benedicto XVI en el rezo del Ángelus el 18 de diciembre de 2005.
Dice San Agustín: “No es posible amar una cosa sin conocerla”. Por eso, el párroco de Camuy exhortó a acercarse a san José y conocer más sobre él, “formarnos más en la espiritualidad de san José”, castísimo esposo de la Virgen María. Porque, “para poder crear –en nosotros– una devoción a san José hay que conocerle”, concluyó.
Jorge L. Rodríguez Guzmán
Twitter: jrodriguezev