A un mes y 9 días del azote del poderoso huracán, las huellas de su paso no se han borrado aún en la Diócesis de Caguas por donde pasó el ojo de este fenómeno atmosférico. La reconstrucción tomará un tiempo considerable. Por eso el Obispo de la Diócesis, Mons. Eusebio invitó a orar, a la comunión con la Iglesia y a unirse en solidaridad para reconstruir a Puerto Rico. Esto en tiempos donde la Iglesia emprende una misión reconstructiva. La prioridad de la Diócesis es la gente, templos vivos de la Iglesia.
No obstante, los poderosos vientos huracanados no discriminaron con los templos físicos. La situación es difícil, pero superable. La Diócesis tiene en sus hombros la tarea de diligenciar ayudas, reconstruir el espíritu del pueblo y reconstruir la planta física.
Tras un recorrido por distintos puntos de la Diócesis se pudo apreciar a simple vista el poder destructivo que causó estragos en la parroquia San Antonio de Padua de Barranquitas, Inmaculada Concepción de Las Piedras, la Catedral Dulce Nombre de Jesús, San Pedro Apóstol de Boneville y Sagrado Corazón de Jesús de Beatriz. Estos últimos tres en Caguas. Cada párroco tuvo la oportunidad de describir la situación en su comunidad y su templo.
P. Ricardo Santín, rector de la Catedral, articuló que como todo el pueblo la iglesia madre de la Diócesis sufrió el embate del huracán. Esto lo dijo mostrando una de las tantas planchas de zinc que volaron por toda la zona. Ahora solo queda un techo falso que funciona como aislante. Cada vez que llueve en Caguas, llueve en el interior de la Catedral. “El techo se cayó, pero la catedral sigue en pie y nuestra fe sigue en pie. Nosotros tenemos confianza en todo nuestro pueblo de que vamos a salir adelante con la ayuda de Dios”, dijo el Rector con ánimo.
Una situación similar ocurre en Las Piedras, P. Israel Ramos Cintrón, párroco de la Inmaculada Concepción, describió las vicisitudes que allí acontecen con varias docenas de recipientes para las numerosas goteras que hay por todo el templo. Esto sin contar que con los huecos que hay en varias partes de la iglesia tienen que lidiar con el problema de palomas. “La parroquia sufrió bastantes daños, el techo fue prácticamente pérdida total al igual que el salón parroquial en la parte superior; también el convento de las Hermanas Dominicas de Fátima y la Capilla de Asomante sufrieron con la pérdida de ventanales y el techo. La experiencia fue dura porque hay muchos daños, pero con la fe puesta en Dios podremos reconstruir nuestras comunidades”, expresó.
Al otro extremo de la Diócesis, Barranquitas fue uno de los pueblos más afectados por el vórtice del huracán, P. Roberto Sollivan reveló: “Sufrimos mucho a nivel de las comunidades. Mucha destrucción, muchos bloqueos, muchos deslaves de terreno que incomunicaron comunidades”. El párroco de San Antonio sostuvo que la emergencia afectó a los más vulnerables, personas mayores de edad que no tenían forma de comunicarse. El huracán arrancó vitrales desde las bases de metal y la puerta principal a causa de la presión de los vientos. No obstante, la iglesia no se detiene. Se han organizado en las comunidades para llevar alimento a los necesitados, especialmente a envejecientes y encamados.
“Hemos impactado a más de 200 familias. Seguimos en el proceso gracias al consejo comunitario y a los jóvenes de la pastoral juvenil hemos logrado alimentar y fortalecer el espíritu. Se ha celebrado la misa hasta donde podemos”, dijo P. Roberto. La oficina parroquial no se vacía y reveló el sacerdote que muchos fallecieron antes y después del huracán en Barranquitas con más de seis funerales a los que asistieron.
Por su parte P. Miguel Claudio, administrador de San Pedro Apóstol en Caguas, relató cómo “las aguas usadas inundaron el templo y sufrimos la pérdida del techo. En el pueblo estamos acompañando a la gente, gracias a Dios estamos recuperándonos poco a poco. Contamos con sus oraciones para restaurar no solo el templo físico sino también el ánimo de nuestra gente que está tratando de salir adelante”.
Finalmente, P. Hipólito Torres de Sagrado Corazón también en la Ciudad Criolla, detalló que se perdieron más 70 paneles del techo, ventanales y un muro colapsó. Además, el panorama se repite en varias capillas. Desde el templo claramente arrasado sostuvo con ánimo que “seguiremos adelante”.
Los interesados en enviar donativos lo pueden hacer a Diócesis de Caguas: Solidaridad y misión para reconstruir en el FirstBank, cuenta #1408500390, ruta y tránsito 221571473.