Culminado el Santo Rosario, Monseñor Albino, presentó al primero de los Misioneros de la Misericordia que se dirigirá a los peregrinos en el día, Padre José Gustavo Torres, párroco de Nuestra Señora de Fátima de Mayagüez.
Comienza Padre José Gustavo Torres, exclamando: “Con gran alegría y gozo comenzamos en este santuario de Nuestra Señora de la Monserrate, en esta colina santa”. El tema de nuestra reflexión, Acojamos la Misericordia de Dios.
P. José Gustavo Torres expresó que, como una primera consideración a fin de acoger la Misericordia de Dios, es preciso dejarnos sorprender por la Misericordia. Tenemos que procurar conocer a Jesús misericordioso que nos conoce a todos. Expuso P. José Gustavo que para acoger la misericordia de Dios hay cuatro pasos que debemos seguir. (1) Escuchar la Palabra de Dios. En nuestra diócesis hemos comenzado en el mes de septiembre, el Mes de la Biblia, este mes ha de ser mes de profundización de la palabra de Dios, de vivir la palabra, para que esta nos ayude. El Papa Francisco nos invita a escuchar; cuando escuchamos, hacemos nuestro, lo que la fe comunica. Igualmente, el silencio es importante, pues con él es posible la escucha, para que se materialice la acogida. (2) Acoger el Perdón. Precisa, el Padre que es necesario; mirar al Señor y dejarse mirar por él. Cuando te dejas mirar por Dios, experimentas ese abrazo de Misericordia, de Dios, que se fija en tu corazón. (3) Acoger el Perdón y emprender una Nueva Vida.
Padre José Gustavo, comienzó haciendo referencia a la parábola del Hijo Prodigo, desde la perspectiva del hijo, quien regresa arrepentido a la casa del padre. Nos puntualiza, que tenemos que sentir ese arrepentimiento, desde lo profundo de nuestra alma, pidiendo al Señor emprender una Nueva Vida. Procurando que se haga en nosotros lo que dice San Pablo: “Ya no soy yo quien vivo, es Cristo quien vive en mí”. (4) Acoger el perdón de Dios por el Sacramento de la Reconciliación. Este es el Sacramento por el cual Dios purifica nuestra alma. Como nos expresa el Papa Francisco: “Sacramento que nos permite recibir la Misericordia de Dios”. Al recibir el perdón de Dios, recibimos su abrazo misericordioso y se renueva este abrazo al acercarnos al Sacramento de la Reconciliación. No desperdiciemos las oportunidades que nuestra Iglesia nos ofrece y acerquémonos a este Sacramento, y de este modo acojamos la misericordia de Dios constantemente en nuestras vidas.
(Lic. Norma Chaparro-Movimiento Divina Misericordia)