Cada vez que se acerca el fin de año, reflexionamos sobre lo que hemos hecho o dejado de hacer. Incluso, pensamos en lo que queremos obtener o lograr para el próximo año. Nos proponemos enmendar lo que hemos hecho mal con el propósito de comenzar de nuevo de la mejor forma. Pero ¿por qué sentimos el deseo de proponernos metas a principio de año? 

Las resoluciones de año nuevo son esas propuestas que nos hacemos a nosotros mismos para mejorar en algo que hemos estado haciendo mal o para logar algo que deseamos. Esta práctica popular viene de nuestros antepasados hace miles de años y ha perdurado hasta la actualidad. 

El Visitante habló con el Padre Jorge Virella, administrador de la Parroquia San Rafael Arcángel de Quebradillas, quien comentó que “la razón primordial – para hacer resoluciones – es que queremos ser mejores, y como cristianos, corresponder a la gracia de Dios”. Aunque normalmente los propósitos se plantean al principio de cada año, cualquier momento es una buena oportunidad para modificar nuestra manera de ser y relacionarnos con los demás, o para aspirar a algo. Pero siempre el año nuevo es ideal para esto porque representa un nuevo comienzo, una nueva oportunidad. 

Antes de establecer los propósitos que queremos cumplir una vez comience el año debemos preguntarnos si los anteriores fueron reales y alcanzables. Debemos ser honestos con nosotros mismos al momento de proyectar nuestras próximas metas. Además, debemos cuestionarnos en qué estamos fallando y en qué estamos pecando. “Mirarnos, hacer un examen de conciencia serio para ver nuestras deficiencias y de ahí partir a lo que quiero mejorar o cambiar”. 

Preguntémonos: ¿cuál deberían ser algunas resoluciones que debo incluir en mi lista de propósitos de año nuevo? Padre Jorge recomendó: “vivir en la gracia de Dios, en una vida más intensa de oración y en los sacramentos. También es importante nuestra relación con los demás. Si me comprometo con vivir una relación más intensa con Dios, como consecuencia también tengo que ir mejorando esa relación que tengo con las demás personas”. Otro propósito que el sacerdote mencionó fue la formación en la fe, acudiendo al Catecismo, a la Biblia o a algún libro o escrito que nos ayude a crecer espiritualmente. De la misma forma, como creyentes debemos añadir a nuestro listado de propósitos la escucha y estar más atentos al llamado de Dios, el cuidado del cuerpo como parte de nuestro ser integral y el huir de los placeres que nos destruyen. Reconciliarnos con Dios y con los demás, buscar a aquellas personas que hemos abandonado, comprometernos con ayudar a los necesitados y dejarnos ayudar también debe estar en la lista de metas para el año que se aproxima. 

Finalmente, el sacerdote animó a mirar al Señor aún estando sin esperanza, y así confiar en Él y en su gracia. Que, aunque las angustias nublen nuestras miradas, sepamos reconocer a Dios y no tener miedo. “El Señor quiere darnos cosas buenas porque somos sus hijos, y nuestro pensamiento debe estar en eso que nos quiere dar. Pidámosle que ensanche nuestro corazón y nuestro deseo por recibirlo”. Y si fallamos, “lo importante es ver la mano de Dios tendida en todo momento para levantarnos, que nos dice ‘no temas’ y nos ayuda a seguir caminando”. 

Jorge L. Rodríguez Guzmán 

j.rodriguez@elvisitantepr.com

Twitter: jrodriguezev 

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